—Se llama Georgia —dijo ella en voz baja—. Tiene siete años. Y es lo mejor que me ha pasado.
George contuvo la respiración, y por un segundo, no pudo encontrar su voz. Su mente se aceleró al darse cuenta de que tenía una hija de siete años que llevaba su nombre a pesar de ser un imbécil.
—Georgia… —susurró con tanto cariño que hizo fruncir el ceño a Ariel. Aún no había conocido a su hija, pero ya estaba enamorado solo de su nombre. ¿Es en serio? ¿O era porque ella le había puesto su nombre, a pesar de que él no quería tener nada que ver con ella?
—Georgia… Georgia… Mi Gia —George repitió el nombre como si ya estuviera obsesionado con él. Sonaba tan precioso en su lengua y de repente, no podía esperar para ver a su hija con un nombre tan hermoso.
Estaba seguro de que sería la princesa más hermosa del mundo incluso si se parecía a cualquiera de sus padres. Él tiene el mejor gen y Ariel era una belleza… una combinación de ambos en su hija sería una belleza explosiva.