—¿A qué te refieres con que ha habido un cambio de planes? —interrogó Iza al guardaespaldas—. Mi corazón late fuertemente en el pecho, igual que el de Erika, cuando escuchó las palabras. Esto es una pesadilla de la cual queremos despertar. No queremos vivir así de nuevo.
—No tengo idea. Solo me enviaron aquí para entregar el mensaje. El sacerdote estará aquí en una hora y el jefe llegará más o menos en ese horario también. Debe ser suficiente tiempo para que prepares a la chica para la ceremonia —el guardaespaldas respondió, molesto—. Habrá tres guardias de seguridad aquí para custodiar la puerta, así que asegúrate de que ella no intente hacer nada raro. De lo contrario...
El guardaespaldas lanzó una mirada desafiante a la criada y a Erika, que estaba en su silla de ruedas, antes de irse.