"Con la sangre hirviendo de rabia, Felicia apretó su puño con fuerza, resistiendo el impulso de golpear en la cara al señor Gilberto. Este era el mayor insulto que había recibido en su vida. Por mucho que supiera que era fea, no quería admitirlo en absoluto. Su ego no se lo permitía y no le importaba. Miró al señor Gilberto como si estuviera mintiendo y éste la miró tranquilo, esperando que dijera algo, pero ella seguía apretando los dientes.
De repente, escucharon una risita y, de inmediato, Felicia giró para transferir su mirada a Erika, que intentaba por todos los medios no reír a carcajadas.
Sintiendo la dura mirada de Felicia sobre ella, Erika estalló en ondas de risa sin molestarse en contenerse, lo que sólo avergonzó a Felicia aún más de lo que ya estaba.