La criada asintió inmediatamente y llamó a las demás para que vinieran y la ayudaran.
Mónica enlazó su brazo con el de Felix y ambos entraron en la mansión. Las paredes de la mansión de los Smith estaban pintadas de oro, lo que la hacía parecer un antiguo palacio egipcio. El espacio enorme y los muebles de aspecto caro encajaban a la perfección. Algunas otras criadas estaban en la mansión por orden del mayordomo para limpiar todo a fondo.
—Buen día, señorita —saludó el mayordomo—. Has llegado temprano. Aún no es hora de almorzar —añadió el mayordomo antes de dirigirse a Félix—. Buen día, Sr. Walters.
Félix asintió ante su saludo.
Monica le dirigió una mirada a Felix después de escuchar el comentario del mayordomo. Le había recordado a Felix que era demasiado temprano pero él dijo que no deberían llegar tarde ni hacerlos esperar.
—Bueno, alguien tenía prisa por llegar. Eso es todo —respondió—. Felix fingió como si no hubiera oído nada.