Recomendación de canción: «Di que me amas» de Jessie Ware.
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—Sus labios fueron sellados por su cálida boca —un sabor que era igualmente embriagador y exclusivamente suyo inundaba todos sus sentidos. No había prisa en sus movimientos, el beso se desvanecía entre un roce tan ligero como una pluma y un suave baile, succionando y mordisqueando, un gesto tan tierno que parecía como si se tomara todo el tiempo del mundo para saborear la delicadeza más deliciosa que el mundo puede ofrecer.
—En el momento en que abrió sus labios —no pudo evitar soltar un gemido.
La despojó del aire, de la energía, de la racionalidad...
—Al principio —sus manos intentaban alejarlo, pero al profundizar el beso, la resistencia de Oriana comenzó a flaquear. Su latido se aceleraba y parecía como si la sangre en su cuerpo se hubiera encendido, desatando sus deseos.
Quería devolverle el beso.
Quería abrazarlo.
Quería...
«Ah, condenación. No lo recordará cuando se despierte», pensó.