Lysara avanzaba sigilosamente por las calles de Múnich, sus pasos apenas un susurro en la oscuridad que envolvía la ciudad. Aunque había dejado la fortaleza de Adrian solo unas noches atrás, la distancia entre ambos ya se sentía como un abismo, uno que Lysara necesitaba para cumplir su objetivo. En su mente resonaba el eco de sus recuerdos, de Nippon, de la resistencia que había liderado y de las batallas que había ganado. Ahora, debía replicar ese éxito en un nuevo escenario, uno dominado por licántropos y humanos que desconocían su poder.
Múnich, una ciudad rica en historia, no era diferente de otras grandes metrópolis europeas. Los licántropos habían dejado su marca en los lugares más altos del poder, controlando desde las sombras y usando a los humanos como peones en su conflicto. Lysara lo sabía bien, y su tarea no sería sencilla. Sin embargo, cada paso que daba la acercaba más a su meta: crear un refugio vampírico como el que había establecido en Nippon, un bastión de poder desde el cual los suyos podrían florecer.
Las primeras noches en la ciudad fueron de exploración y análisis. Los vampiros de Múnich vivían en la sombra, reducidos a una existencia de supervivencia. La mayoría de ellos eran jóvenes o inexpertos, desconfiados de cualquier figura de autoridad que intentara unificar sus fuerzas. Los licántropos habían hecho bien su trabajo al fragmentar y debilitar la resistencia vampírica en la región. Para Lysara, esto representaba un reto que, si bien peligroso, también era una oportunidad.
Lysara se reunió en secreto con los líderes vampiros locales en un antiguo teatro abandonado, un lugar donde los ecos del pasado aún resonaban en los corredores oscuros. Al entrar, fue recibida con miradas recelosas y algunos susurros de desconfianza. Sabían quién era, pero su fama como líder no garantizaba la lealtad inmediata.
"Os he llamado porque la situación es crítica," comenzó Lysara, su voz suave pero firme, resonando en la vasta sala vacía. "He visto lo que ocurre en esta ciudad. He sentido la desesperación de los nuestros, acorralados por los licántropos que se mueven libremente. Pero también he visto esto antes, en Nippon, cuando los licántropos intentaron tomar lo que habíamos construido. Los vencimos allí, y podemos vencer aquí también."
Uno de los vampiros, un hombre de mirada afilada y cicatrices que marcaban su rostro pálido, se levantó del fondo de la sala. "¿Por qué deberíamos confiar en ti? Los licántropos aquí son numerosos, y las fuerzas que nos oprimen son mayores que las que puedas imaginar."
Lysara lo miró fijamente, su expresión imperturbable. "No pido vuestra confianza de inmediato. Pido vuestra cooperación. He enfrentado a los licántropos antes y sé que no se derrotan con fuerza bruta, sino con estrategia, paciencia y unidad. Si continuáis ocultándoos, cazados uno a uno, nunca lograremos nada. Pero si nos unimos, podemos expulsarlos de Múnich y reclamar lo que es nuestro."
El silencio se apoderó de la sala por unos momentos, hasta que otra voz habló. Esta vez, era una mujer joven, de ojos brillantes y mirada cautelosa. "¿Y cuál es tu plan? Porque solo con palabras no nos librarás de ellos."
Lysara sonrió ligeramente. "El plan comienza esta noche. No atacaremos de frente, no todavía. Primero debilitaremos sus lazos con los humanos. Muchos de los líderes humanos que trabajan con los licántropos lo hacen por temor o por el poder que les ofrecen. Iremos tras ellos, no para matarlos, sino para arrancar sus cimientos, uno por uno. Aislaremos a los licántropos hasta que no puedan confiar ni en sus propios aliados humanos."
La propuesta de Lysara no fue recibida con entusiasmo de inmediato, pero sabía que plantar la semilla de la resistencia requería tiempo. No todos los vampiros estaban dispuestos a arriesgarse, pero ella no necesitaba a todos. Solo a los más valientes, los que comprendían que un cambio era necesario para asegurar su supervivencia.
Durante las semanas siguientes, Lysara y los vampiros que se unieron a su causa comenzaron a ejecutar su plan. Las primeras acciones fueron discretas, apenas perceptibles para los licántropos. Saboteaban acuerdos clave entre los humanos y sus amos bestiales, interceptando mensajes, desmantelando pequeñas operaciones clandestinas y sembrando desconfianza en los círculos de poder. El caos empezó a filtrarse lentamente entre los licántropos, quienes no tardaron en notar que algo andaba mal.
Múnich, bajo la influencia invisible de Lysara, comenzó a transformarse. Los vampiros que habían estado ocultos por temor empezaron a mostrar una renovada esperanza, mientras los licántropos, aunque seguían siendo la mayor amenaza, ya no parecían tan invencibles.
En una noche particularmente oscura, Lysara observó desde las alturas de uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Podía sentir el cambio en el aire, el poder creciente de los vampiros que ahora luchaban bajo su bandera, aunque aún en secreto.
"El primer paso está dado," murmuró para sí misma, con una mezcla de satisfacción y cautela. "Pero lo más difícil aún está por venir."
Lysara sabía que el verdadero enfrentamiento con los licántropos de Múnich no tardaría en llegar, pero esta vez, estaba preparada.