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72.28% Adrian: El Alba de la Oscuridad / Chapter 120: Capítulo 118: Hacia el Este, en Busca de Orígenes

章節 120: Capítulo 118: Hacia el Este, en Busca de Orígenes

Lysara y Varian, con sus capas envueltas firmemente alrededor de ellos para protegerse del frío penetrante de las alturas montañosas, se embarcaron en un viaje hacia el este, hacia la vasta y misteriosa tierra de China. Aunque la distancia era formidable, su naturaleza sobrenatural les permitía viajar con una velocidad y resistencia que los humanos normales no podrían igualar. Aún así, el viaje sería largo y, en muchos aspectos, incierto.

Las tierras por las que viajaron eran diversas y cambiantes. Desde las escarpadas montañas y los densos bosques de Europa, cruzaron vastas estepas y desiertos implacables, encontrando a lo largo del camino diversas culturas y pueblos, cada uno con sus propias historias y misterios.

Lysara, con su mente siempre enfocada en su misión, buscaba en cada parada, en cada encuentro, cualquier pista o historia que pudiera guiarlos hacia el origen de los licántropos. Varian, por otro lado, se encontraba dividido entre ayudarla en su búsqueda y la preocupación que sentía por ella. La obsesión de Lysara con descubrir los secretos del pasado y su conexión con Adrian a veces la llevaban a situaciones peligrosas, y Varian se encontraba constantemente a su lado, protegiéndola de las amenazas tanto visibles como ocultas.

En una pequeña aldea en las afueras de lo que ahora es conocido como Mongolia, Lysara y Varian escucharon por primera vez historias de una antigua criatura, un hombre lobo que había vagado por Asia mucho antes de que las historias de tales criaturas se contaran en Europa. Las historias eran fragmentadas, pasadas de generación en generación, pero había algo en ellas que resonaba con Varian, algo que le decía que estaban en el camino correcto.

El viaje hacia el este continuó, y con cada paso, las historias se volvían más frecuentes y más detalladas. Hablaban de un hombre lobo que había sido una vez un emperador, un líder que había gobernado con justicia e inteligencia pero que había sido traicionado y condenado a una existencia de sufrimiento eterno. Lysara, con su conocimiento de las lenguas y su habilidad para discernir la verdad en las historias, comenzó a juntar las piezas, a ver un camino que los llevaba cada vez más hacia el corazón del Imperio Han.

Varian, mientras tanto, sentía una conexión cada vez más fuerte con las historias que escuchaban. Había algo en ellas, en la tristeza y la soledad del emperador caído, que le hablaba de una manera que no podía explicar completamente. Y mientras viajaban, mientras seguían las pistas y las historias, también se encontraba explorando su propia alma, su propia eternidad, y lo que significaba realmente para él.

Lysara, observando los cambios en Varian, se encontró a sí misma también afectada por su viaje. La búsqueda de respuestas, la conexión con Varian, y las tierras extrañas y maravillosas por las que viajaban, todo ello comenzó a cambiarla de maneras que no había anticipado. Y mientras se acercaban al corazón del Imperio Han, mientras las respuestas que buscaban se volvían cada vez más cercanas, también lo hacían las preguntas sobre lo que encontrarían, y lo que significaría para ellos y su viaje eterno.

Lysara y Varian, tras semanas de viaje, finalmente cruzaron las fronteras del majestuoso Imperio Han. Los paisajes se transformaron en vastos campos de arroz, montañas majestuosas y aldeas bulliciosas donde la vida se desarrollaba con una mezcla de tradición y un susurro de misterio antiguo.

Lysara, con su piel ahora tocada por el sol, se mezclaba con la gente de una manera que Varian no podía. Aunque ambos eran criaturas de la noche, Lysara había desarrollado una resistencia al sol que le permitía moverse durante el día sin malestar, una habilidad que Varian, incluso con su longevidad, no poseía. Era un recordatorio sutil pero constante de la diferencia en su fuerza y habilidades.

Mientras exploraban, Lysara se encontró fascinada por la rica cultura y la historia que se desplegaba ante ellos. Los mercados estaban llenos de colores vibrantes, olores exóticos y sonidos de vida y comercio. Varian, aunque cauteloso y siempre alerta a las amenazas potenciales, no pudo evitar ser arrastrado por la belleza y la vitalidad de este nuevo mundo.

Las historias del emperador lobo se volvieron más claras y detalladas a medida que se adentraban en el imperio. Hablaban de un hombre, un líder fuerte y justo, que había sido maldito por un enemigo y condenado a vagar como una bestia. Lysara, con su mente aguda y su habilidad para ver más allá de las palabras habladas, comenzó a ver patrones y conexiones en las historias, guiándolos más cerca de la verdad que buscaban.

En una ciudad particularmente grande y bulliciosa, Lysara y Varian escucharon hablar de un antiguo templo, oculto en las montañas, donde se decía que el espíritu del emperador lobo aún residía. Las historias hablaban de un lugar de gran poder y peligro, un lugar donde los mortales rara vez se aventuraban y de donde pocos regresaban.

Lysara, sintiendo que estaban cerca de las respuestas que buscaban, propuso que buscaran este templo, que enfrentaran los peligros que pudieran encontrar y descubrieran la verdad detrás de las historias del emperador lobo. Varian, aunque preocupado por los peligros que podrían enfrentar, vio la determinación en los ojos de Lysara y accedió, prometiendo protegerla de cualquier amenaza que pudieran encontrar.

Y así, con las historias del pasado guiándolos y los peligros desconocidos ante ellos, Lysara y Varian se embarcaron hacia las montañas, hacia el templo oculto y las sombras de un pasado largo y olvidado, en busca de respuestas y, posiblemente, de redención.

Lysara y Varian, mientras se adentraban en las montañas, se encontraron con aldeanos que compartieron relatos contrastantes sobre el emperador lobo. Algunos hablaban de él con respeto y una especie de temor reverencial, mientras que otros lo describían como un monstruo despiadado, un ser que había traído destrucción y caos a las tierras que una vez gobernó con mano firme.

Las historias de su crueldad eran tan vívidas como las de su liderazgo justo. Hablaban de aldeas enteras destruidas, de familias desgarradas y de un miedo que se extendía por el imperio como una sombra oscura. Pero incluso en estas historias de horror, había momentos de resistencia, de valentía y de una lucha constante contra la oscuridad que había consumido al líder que una vez amaron.

Lysara, al escuchar estas historias, sintió un eco de su propia existencia en ellas. La dualidad del emperador lobo, siendo tanto un líder como un monstruo, resonó con ella. Varian, por otro lado, encontró en estas historias un reflejo de su propia lucha interna, la batalla constante entre la bestia dentro de él y el hombre que alguna vez fue.

A medida que se acercaban al templo, los dos viajeros se encontraron reflexionando sobre la naturaleza de su existencia y las sombras que llevaban consigo. Lysara, con su conexión con Adrian y la oscuridad que había visto en él, se preguntó si había alguna redención para seres como ellos, criaturas que existían en el límite entre la luz y la oscuridad.

Varian, mientras tanto, luchaba con su propia bestia interior, la parte de él que ansiaba la libertad de la luna llena y la sangre en sus garras. Aunque había encontrado una especie de paz en la compañía de Lysara, las historias del emperador lobo le recordaban la bestia que siempre estaría dentro de él, esperando.

El viaje al templo se volvió tanto una búsqueda externa de respuestas como una exploración interna de sus propios demonios y deseos. Y mientras las montañas se alzaban ante ellos, frías e imponentes, Lysara y Varian se encontraron enfrentando no solo los peligros del viaje, sino también las sombras de su propio pasado y la incertidumbre de su futuro.

Lysara y Varian, con sus propias inquietudes y curiosidades, continuaron su viaje a través de las vastas y escarpadas montañas de Asia, cada uno con sus propios pensamientos y reflexiones internas. La curiosidad de Lysara estaba centrada en el origen de los licántropos, mientras que Varian estaba sumido en sus propios pensamientos sobre su existencia y la dualidad de su naturaleza.

A medida que avanzaban, los paisajes se volvían cada vez más majestuosos y a la vez desolados, con altas cumbres que se perdían en los cielos y valles profundos que se sumergían en las sombras. La naturaleza indómita de la región era tanto impresionante como intimidante, y los dos viajeros se encontraron a menudo en silencio, simplemente absorbiendo la magnitud de la tierra que se extendía ante ellos.

En su camino, se encontraron con diversas tribus y comunidades, cada una con sus propias historias y mitos sobre el emperador lobo. Algunas de estas historias eran de respeto y temor, mientras que otras eran de resistencia y rebelión. Lysara, con su mente siempre analítica, intentaba entretejer estas historias, buscando patrones y consistencias que pudieran darle una pista sobre la verdad detrás del mito.

Varian, por otro lado, se encontraba en un estado de reflexión constante. Aunque estaba físicamente presente, su mente a menudo vagaba, explorando las profundidades de su ser y las preguntas que lo habían plagado durante siglos. La presencia de Lysara, sin embargo, le ofrecía un tipo de anclaje, un recordatorio constante de que, a pesar de su naturaleza bestial, había una conexión humana que aún podía formar y valorar.

En una de las aldeas, una anciana compartió una historia que hablaba de un lugar sagrado, un templo oculto en las montañas donde, según decían, el emperador lobo había encontrado la inmortalidad. La historia hablaba de un lugar de gran poder y peligro, un lugar que había sido sellado para proteger al mundo de las fuerzas oscuras que yacían en su interior.

Lysara, intrigada por esta historia, sintió un impulso de explorar este templo, de descubrir los secretos que podría albergar. Varian, aunque inicialmente reacio, vio en los ojos de Lysara un reflejo de su propia búsqueda de respuestas y acordó acompañarla en esta nueva desviación de su viaje.

Así, con la historia de la anciana resonando en sus mentes, Lysara y Varian se dirigieron hacia el lugar desconocido, hacia un destino que estaba envuelto en misterio y antigüedad, sin saber que lo que descubrirían allí podría cambiar el curso de sus eternidades.

Lysara y Varian, guiados por las indicaciones vagas y las historias transmitidas por la anciana, se embarcaron en una travesía hacia el templo oculto, un lugar envuelto en misterio y leyendas. La ruta hacia el templo estaba llena de obstáculos naturales, desde escarpadas montañas hasta densos bosques, y cada paso llevaba consigo un aire de incertidumbre y expectación.

A medida que se acercaban al supuesto lugar del templo, la atmósfera se volvía cada vez más densa y cargada, como si la misma tierra estuviera imbuida de un poder antiguo y enigmático. Los árboles, altos y retorcidos, parecían susurrar historias olvidadas con cada ráfaga de viento, y las sombras parecían moverse con una vida propia.

Finalmente, después de días de viaje, llegaron a un claro donde las ruinas de un antiguo templo se alzaban majestuosamente, aunque consumidas por el tiempo. Las piedras, una vez talladas con intrincados diseños, ahora estaban erosionadas y cubiertas de musgo, y las estructuras que alguna vez fueron grandiosas ahora estaban en ruinas. Sin embargo, a pesar de su estado deteriorado, el templo emanaba una presencia imponente y sobrenatural.

Lysara, con sus ojos centelleando con una mezcla de curiosidad y cautela, se acercó lentamente, sus pasos resonando en el silencio del claro. Varian, siguiéndola de cerca, mantenía sus sentidos alerta, su naturaleza de lobo sintiendo la energía pulsante que emanaba del lugar.

Al entrar en el templo, descubrieron que, a pesar de su apariencia externa, el interior estaba sorprendentemente intacto. Murales antiguos adornaban las paredes, mostrando escenas de batallas, rituales y una figura que asumieron era el emperador lobo, representado con una mezcla de respeto y temor.

A medida que exploraban, Lysara y Varian se encontraron con una sala central, donde un altar estaba situado, y detrás de él, una estatua del emperador lobo, con ojos de piedra que parecían ver a través de ellos. En el altar, un antiguo manuscrito, aunque desgastado por el tiempo, estaba esperando, como si supiera que vendrían.

Lysara, con manos temblorosas, abrió el manuscrito, sus ojos recorriendo las palabras antiguas escritas en una lengua que, de alguna manera, podía comprender. Hablaba de un pacto, de un sacrificio y de un poder otorgado a cambio de algo inimaginable.

Varian, observando a Lysara leer, sintió un nudo en su estómago, como si las decisiones tomadas en este lugar sagrado, hace eones, todavía resonaran con consecuencias en el presente.

La historia del emperador lobo, de su ascenso y caída, de su búsqueda de poder y su eventual condena, se desplegó ante ellos, y en esas palabras, Lysara y Varian encontraron respuestas, pero también más preguntas.

¿Qué harían con este conocimiento? ¿Cómo influiría en su propio camino y en las decisiones que tomarían en el futuro?


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