—Viejo Maestro Lu —Qiao Xi levantó lentamente la mirada—. No te enfades todavía. Si quieres encontrar una falta nuestra, piensa en una excusa más apropiada. ¿No es demasiado traído por los pelos decir que no tenemos vergüenza? Tómate tu tiempo para pensarlo. ¡Todavía tienes mucho tiempo! El intercambio tomará una hora!
Esta actitud excéntrica enfureció tanto al Viejo Maestro Lu que su barba tembló. Rugió:
—¡Soy el abuelo de Ah Zheng!
—¿Y qué? —Qiao Xi pestañeó y puso cara de inocente—. Viejo Maestro Lu, estás viejo y tu memoria no es buena, pero yo todavía soy joven. ¡Claro que me acuerdo! No pensarás que el cerebro de todos es inútil solo porque tú no eres listo, ¿verdad?
El Viejo Maestro Lu estaba tan enojado que casi vomita sangre. Su muñeca temblaba mientras la señalaba: