Qi Zhong temblaba y ordenó apresuradamente:
—¡No importa qué método uses, debes encontrar a la persona que pintó esto para ti! ¡Encuéntrala de inmediato!
…
Por otro lado, Qiao Xi vino al corredor y llamó a Gu Zheng.
La expresión de Gu Zheng no cambió cuando escuchó su historia. De hecho, no le importaba quién había tomado la pintura. Incluso si la vendían por dinero, tampoco importaba. Sin embargo, no esperaba que Tang Ruge robara la pintura e incluso la usara para convertirse en aprendiz de Qi Zhong.
La voz del hombre era severa:
—No tienes que preocuparte por esto. Yo me encargaré.
Qiao Xi preguntó con curiosidad:
—Gu Zheng, incluso la Señora Li dijo que la pintura que hicimos juntos es muy similar al estilo de Han Ye. ¿Podría ser que tú también eres un fan de Han Ye?
—¿Eh?
Qiao Xi sospechaba algo en su corazón, luego preguntó:
—¿Cuál es tu relación con Han Ye? ¿Lo conoces?
Gu Zheng se burló: