Su Yan se puso un atuendo ajustado. Las mangas eran anchas y sostenía una espada a su lado. Su expresión era fría y carente de la risa juguetona y la ira de antes. En un instante, se transformó de una persona dulce y expresiva en una belleza helada.
Lo que es más, su rostro redondo no restaba al papel; en cambio, añadía un toque de elegancia etérea que encajaba perfectamente con la visión del director para un personaje heroico.
El director se levantó con una agradable sorpresa. Miró a Su Yan con incredulidad, dándose cuenta repentinamente de que la había subestimado.
La interpretación de Su Yan del papel secundario era vívida y sin fisuras. Incluso había pensado que el comportamiento previo de Su Yan era su verdadera personalidad. No esperaba que ella fuera una genio de la actuación.
Lleno de energía renovada, el director alzó la mano y exclamó —¡Acción!.