Este capítulo está dedicado a @edi_o. ¡Muchas gracias por el super regalo!
Alargando la mano, Ezequiel arrancó su antifaz para dormir y lo lanzó lejos. Y en ese momento, al abrir ella sus ojos y encontrar su ardiente mirada, el monstruo en él también se desató. Era como si la llave para que su autocontrol se prendiera en fuego fueran sus ojos aferrándose a los de él.
Agarró sus tobillos, los apoyó sobre ambos lados de sus hombros y se inclinó sobre ella, casi doblando su cuerpo por la mitad. Luego se impulsó encima de ella, penetrándola tan malditamente profundo, invadiendo sus profundidades como una bestia depravada. Alicia no pudo hacer otra cosa que llorar y gritar a todo pulmón ante el puro y perverso placer que él estaba literalmente forzándole.
Su agarre en las cadenas era tan fuerte, tan jodidamente duro que sus nudillos se habían vuelto completamente blancos.