—Debido al shock de espiar la espalda completamente desnuda de Ezequiel —que, por cierto, era digna de babear—, Alicia salió disparada de la habitación y directamente a través de las paredes.
—Si no fuera un espíritu, su cara probablemente ya estaría ardiendo tan roja como una langosta recién cocida que acabara de sacarse de la olla, justo ahora. En las últimas dos semanas siguiendo sus tacones, ya se había acostumbrado un tanto a verlo medio desnudo cuando salía de la ducha.
—Inicialmente, había reaccionado huyendo a otra parte de la casa o recurriendo a girarse rápidamente para evitar mirarlo directamente. Pero después de hacer eso unas cuantas veces, se había vuelto un poco insensible al destape involuntario. No, todavía se encontraba bastante distraída cada vez que él desfilaba su perfecto torso delante de ella, pero últimamente no se sentía tan avergonzada por el hecho de verlo medio desnudo sin su conocimiento.