—No lo molestes —dijo Zeke a Kai y Kai solo suspiró una vez más. Pensó por un momento que Zeke se iría, pero para su sorpresa no lo hizo. Zeke simplemente se sentó allí con ellos tranquilamente y Kai sabía que su presencia estaba haciendo que Alex se sintiera un poco más tranquilo.
Mientras tanto, el compinche pelirrojo de Zeke apenas podía creer lo que veían sus ojos. Nunca había pensado que vería al gran e invencible Alejandro luciendo tan vulnerable y tan malditamente humano en sus emociones. Y tampoco podía evitar robar miradas furtivas de vez en cuando a su maestro, el desalmado Ezequiel. Lucas se preguntaba si algún día vería a Ezequiel en este estado casi increíble como se comporta Alejandro en este momento. De alguna manera, sacudió la cabeza, incapaz de imaginarlo. Lucas solo podía imaginarse a Zeke sentado exactamente en la misma pose y con la misma expresión que tiene ahora en su cara mientras un suspiro de impotencia escapaba de su boca.
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