Cuando Alex continuó obstinadamente con sus provocaciones, Abi comenzó a perder el control y antes de que se diera cuenta, había comenzado a mover su cintura contra él, haciendo que los ojos de Alex se encendieran en llamas. —Oh, Abi —gimió. Su miembro duro como la roca dentro de ella palpitaba y él perdió sus sentidos. Había querido provocarla un poco más, solo un poco más, pero parecía que ella no lo iba a permitir. Dios, esta mujer… esta esposa suya… su deseo por ella era insaciable.
—Abigail…
—Ah, Alex... Más… por favor…
Se adentró más profundamente y las paredes internas de ella lo apretaron, reaccionando agresivamente a él. Sus interiores palpitaban y se apretaban más, haciendo que él cerrara los ojos con el ceño fruncido y jadeara en busca de aliento.