Zeres se levantó sorprendido. Había sentido la presencia de alguien, pero pensó que Alicia había pasado a ver cómo estaba, como solía hacer. ¡Nunca pensó que en realidad sería Abigail! ¿Por qué estaba aquí?
—Abigail... —murmuró mientras la veía acercarse más a él. Ella miró alrededor de la pequeña pradera antes de regalarle una cálida sonrisa.
—Este lugar es agradable y tranquilo —comentó mientras subía encima de la roca plana y fina, se sentó junto a Zeres y luego se enfrentó a él—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien —respondió él con calma—. ¿Y tú? ¿Está todo bien? —añadió mientras miraba alrededor, buscando a alguien.
—Alex no está aquí —le informó Abi—. Fue a buscar a Ezequiel.
Zeres se volvió lentamente hacia ella, curioso.
—Alex y yo estamos muy bien, Zeres —continuó, haciendo que Zeres se relajase. Con una sonrisa, él arrojó casualmente su cabeza hacia atrás y miró al cielo oscuro. Su cabello plateado se derramó y luego se acomodó detrás de él.