—Adiós, Riev', susurró ella dentro de sí y luego, se dio la vuelta para irse.
Ezequiel caminó pasado ella en silencio y Alicia lo siguió. Ella observó la amplia espalda del hombre que hablaba de tanta autoridad y misterio. Estaba solo a unos pasos de distancia de ella pero en los ojos de Alicia, el hombre estaba fuera de alcance. Había sido así desde la primera vez que lo conoció, frío, calculador y… distante.
Descendieron la colina en silencio pero una vez que salieron del campo de entierro, Zeke disminuyó el paso hasta que Alicia lo alcanzó y caminó a su lado. Ella no se volvió para mirarlo.
—Mi trabajo finalmente ha terminado —Zeke comenzó de repente, su profunda voz resonaba como una brisa fría en la mañana—. Es tu turno ahora, Alicia.
Sus palabras la hicieron detenerse y finalmente lo miró.
Zeke también se detuvo y su mirada vacía se volvió hacia ella. Alicia lo estudió a cambio con los ojos ligeramente entrecerrados, buscando una explicación sobre lo que acababa de decir.