Esa noche, los amantes volvieron a derramar su corazón y alma el uno al otro. Despedirse por segunda vez fue mucho más difícil que la primera.
Abigail podía ver la determinación y la voluntad en los ojos de Alex y ella creía en él. Creía que cumpliría su promesa de nuevo. Pero había algo en su pecho que no quería dejarlo ir.
Intentó de todo para apartarlo y poner toda su esperanza, confianza y fe en él, pero el sentimiento persistía y no podía evitar sentir miedo. Pensó en por qué sentía esta inquietud pero no podía entender del todo la razón.
Antes de que Alex se fuera ese día, ambos subieron a la colina para ver el amanecer juntos. Un nuevo día amaneció y sentían que este amanecer simbolizaba el comienzo de una nueva vida para ambos. Habían confesado su amor mutuo y se habían entregado todo la noche anterior; sus mentes, sus corazones y sus almas.