"Sus colmillos ya estaban afuera y casi salivaba al imaginar el sabor de su sangre en su lengua. Podía decir por el olor de su sangre que sabría a cielo, y posiblemente sería la cosa más dulce que jamás había probado.
Se agachó lentamente, acariciando su cuello con su aliento y tocó su nariz en aquel punto dulce donde su pulso era más visible. Inhaló y sintió como si le hubieran dado una patada en las entrañas cuando su dulzura le golpeó. Era tan bueno. Abrió su boca y un segundo después, su lengua escapó y la lamió, saboreando el sabor.
El cuerpo de Abigail tembló por la sensación. Esa parte de su cuello se sentía tan sensible porque toda su atención estaba en ese único punto, anticipando sus labios en su piel y sus dientes hundiéndose en ella. Cerró sus ojos cuando lo vio agacharse aún más y mordió sus labios. Esto era todo.