"El rostro de Alex estaba lleno de asombro. Nunca en su vida imaginó a Abigail ofreciéndose de esta manera. Y eso era exactamente lo que su cuerpo estaba muriendo por tener en ese momento. Hizo que su cuerpo ardiera con un fuego que nunca había sentido antes. La simple vista de su cuello desnudo y esbelto era suficiente para elevar su sed al máximo grado, haciéndole sentir que no beber su sangre en ese momento definitivamente lo haría estallar en llamas.
Su sangre hervía en sus venas, ardiente, quemándole la garganta. El fuerte golpe de su corazón se había convertido en música de fondo. Su cabeza se estaba volviendo borrosa y todos sus sentidos clamaban por su sangre, la sangre de su Abigail.
—Maldijo y maldijo dentro de él —su racionalidad intentando superar sus instintos demoníacos—. Pero su cuerpo aún se acercaba, y su cabeza se acercaba a su nuca. Su aroma y el olor de su sangre era tan embriagador que incluso su cerebro vacilaba al registrar lo increíblemente bueno que era.