Dentro de la habitación, ajeno al alboroto que ocurría justo afuera de sus puertas, Alex estaba parado como una estatua junto a la cama. Dos mujeres lo acompañaban, una detrás de él y otra frente a él. La mujer que estaba detrás le quitaba la camisa mientras lo besaba en la espalda, mientras que la otra se arrodillaba en el piso, besando los perfectos abdominales del hombre mientras quitaba lentamente su cinturón.
La escena era escandalosa, pero ese hombre no tenía ninguna reacción. Sus ojos en blanco se concentraron en el piso y sus manos no se molestaron en tocar a ninguna de ellas. Estaba completamente distraído desde el momento en que esa mujer de negro apareció frente a él. Su olor, el calor de su piel y su voz... Todavía permanecían en él como un hechizo.