—¡No puedes confiar en sus palabras! —Mason le dio un beso en la frente a Lila—. Después de acunarla hasta que se durmió, dejó el dormitorio.
Sin embargo, al estar en el segundo piso, mirando a Leanne quien estaba limpiando la sala de estar, sus ojos reflejaban una frialdad extrema.
Sin mencionar a Leanne en sí, tanto Mason como Lila no eran personas que deberían ser provocadas.
...
La próxima mañana, Leanne salió del Hyatt Regency con la intención de comprar algunos productos diarios en el centro comercial cercano. Sin embargo, al llegar a la entrada de la propiedad, uno de los guardias de seguridad le impidió el paso. —Sra. Bai, alguien le dejó una nota para encontrarse con ellos en el estacionamiento subterráneo.
No hace falta decir que era obvio de quien era la nota. Leanne no tenía la intención de responder a la nota, pero el guardia de seguridad dijo en un tono desesperado, —Sra. Bai, ¿podría hacerme este favor? De lo contrario, me pondrán en una situación difícil.