Él la abrazó fuertemente...
No necesitaba expresar nada, ni necesitaba proporcionar palabras de consuelo. Un simple abrazo fuerte era mejor que cualquier palabra que pudiera decir.
Un momento después, con Lila aún en su abrazo, él se levantó de golpe. Justo cuando estaba a punto de salir de la cama, sintió que Lila lo hizo retroceder. Mason la miró con curiosidad.
Lila parecía una niña traviesa mientras se aferraba a su pecho.
Mason encendió la lámpara de la mesilla y acarició suavemente su espalda. Las comisuras de sus labios llevaban una leve sonrisa:
—¿No vas a ducharte?
—Solo quiero que me abraces así —Lila hundió su cabeza en el pecho de Mason con una expresión tierna—. No quiero separarme de ti.
—¿No me dijiste que no fuera a Londres contigo?
—Sólo no quiero que te canses mucho...
—Tampoco quiero cansarme demasiado...