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46.31% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 113: Una lección inolvidable

章節 113: Una lección inolvidable

A Guo Hai la he subido a 8. Estaba emocionada. No se lo creía. Puedo apreciar la diferencia entre sus nuevos meridianos y los antiguos. Y eso que los he ido mejorando.

Los de las chicas están cada vez mejor. Eso dicen. Las gemelas están entusiasmadas. No se olvidan de su venganza. No obstante, aún es pronto. Además, su enemigo, nuestro enemigo, está recluido. Quizás suba de etapa. No importa. Lo alcanzaremos y superaremos.

De vez en cuando, escriben a sus padres. Están un poco marginados en la familia. Ellas son su esperanza. Al parecer, tuvieron un accidente que comprometió su cultivación. Las gemelas sospechan. Sobre todo después de leer la carta de su tío. La que encontramos cuando registramos la habitación de su fallecida prima.

Le han enviado algo en clave para una de sus tías. La madre de Wan. Esperan que lo entienda. Al menos que dude de la muerte de su hija. Aún no se lo han dicho. De hecho, han decidido actuar como si no supieran nada. Como si no tuvieran contacto con sus primas. Hasta que les pregunten, que lo harán. Cuanto más se retrase, más tardarán en llegar los problemas.

Después de subirla de nivel, compruebo sus pechos. Su textura. Su esponjosidad. La dureza de sus pezones. Sin olvidar un poco de qi. Disfruta cuando lo hago. Está especialmente satisfecha de los cambios en sus pechos. Aunque aún falta para completarlos.

Me levanto un poco. Me quedo de rodillas. Ella tumbada de cara a mí. Levanto su culo para que llegue a la altura adecuada. Sus piernas medio cerradas a mi espalda. Sus manos hacia arriba, como rindiéndose. Su cabello sobre la cama. Embisto en ella sin contemplaciones. Disfrutando de su vagina. Del frotar de mi miembro contra sus paredes.

La follo para mi propio placer. Al fin y al cabo, es mi esclava. Puedo disfrutar de su interior. De sus pechos rebotando. De sus nalgas firmes. Aunque también la llevo al orgasmo.

Me gusta como me aprieta cuando se corre. No me detengo. Sostengo su orgasmo. Disfrutando de su estrechez. De sus gemidos desesperados de placer.

Eyaculo en su interior. Vuelvo a empujar y eyacular. Y otra vez. Y otra. Luego salgo de ella. La dejo caer. Se queda tumbada. Jadeando. Exhausta. Su boca abierta, salivando. Su lengua medio fuera.

–A…mo…– susurra con pasión.

Miro hacia el lado. Ning y Rui me devuelve la mirada. Acostadas. Expectantes. Mojadas. Puede que Bronceada también.

Me acerco a Rui. Abre las piernas. Sin dejar de mirarme. Levanta las caderas. Pidiéndome silenciosamente que también abuse de ella. Así que eso acabo haciendo con las tres.

No estoy seguro si Bronceada lo disfruta tanto como las otras. Aunque no parece que lo odie. Lo más importante, yo sí disfruto de todas ellas. De dominarlas. De violar sus agujeros una y otra vez. De empotrarlas contra la cama. De llenarlas mientras convulsionan de placer.

—————

Las chicas me miman por la noche. Song ni siquiera se queja cuando le estrujo los pechos sin parar. Arrodillada frente a mí. Su cuerpo alzado. Dándome la espalda. Yo arrodillado también. Cogiéndole los pechos y besando su cuello. Shi y Liang me están besando y acariciando a cada lado. Ma Lang desde atrás. Luego se van turnando. 

Acabo disfrutando de los delicados pechos de Liang. De los modestos de Shi. De los también voluminosos de Lang. De todas sus vaginas. De sus besos. De sus caricias,

Yi y Yu hacen lo mismo mientras me follo a su prima. Ella de lado sobre la cama. Estaba muy avergonzada. Sobre todo cuando me han hecho una felación entre las tres. Ahora ya se ha dejado ir.

Con Yu, follamos abrazados. Ella sentada sobre mí. A Yi, de rodillas. Como antes a Song y a las demás. Luego, acabo durmiendo con las siete. Que me despiertan a la mañana siguiente. Jugando conmigo.

Unas con mi miembro. Otras besándome en los labios, las orejas o el cuello. Otras lamen mi pecho. Muerden mis pezones. Juegan con mis dedos.

No me dan opción a protestar. Aunque tampoco tengo nada de que quejarme. Excepto algún mordisco. Lang me mete en su interior. Me cabalga rápido. Las otras la apremian. Y lo mismo le pasa a cada uno de ellas.

Todas acaban llenas de mí. Después de haber hecho lo que han querido conmigo.

––––¡¡Buenos días!!–––– me saludan a la vez al acabar.

No puedo sino sonreír. Besarlas una a una. Y aprovechar para manosearlas un poco ahora que puedo.

—————

Ken irá a por agua a media mañana. Tengo tiempo de copiar tres páginas. De follar a Rui, Ning, Hai y Rong. Tengo algo de prisa. Así que las pongo a cuatro patas sobre la cama. Las follo una tras otra. Sin perderme el espectáculo de sus culos esperando. Mojados. O llenos. Unos más apasionados que otros.

Luego salgo al bosque. Dejo a las chicas vigilando mientras voy a buscar a Ken. No voy a decir que no me preocupe. No saber qué hacen. Que les pueda pasar algo. Pero no puedo sobre protegerlas. Más que nada, porque no me dejan.

–¡Kong! ¿Qué haces aquí?– se sorprende Ken.

–Estaba dando un paseo, y pensé en pasar a ver como estabas– le aseguro.

–Sabes, mientes muy mal– me dice mientras me da un beso en los labios –. No deberías preocuparte por mí.

–Bueno, si me ve contigo, quizás se lo piense la próxima vez. No hace falta que diga o haga nada– sugiero.

Ella va a protestar, pero cambia de idea. Me sonríe. Me encanta esa sonrisa. Me vuelve a besar.

–¿Me puedes ayudar a llevar el agua para ganar un poco de tiempo?– me pide.

–Claro. ¿Para qué necesitas ganar tiempo?– le pregunto, haciéndome el inocente.

Ella ríe. Me vuelve a besar. Me empuja contra un árbol. Y allí acabamos follando. Puede que no le tocara, pero no es que eso importe ahora. Ahora lo que importan son sus labios. Su cuerpo restregándose al mío. Sus movimientos apasionados de caderas. Sus nalgas agarradas por mis manos. Llenándolas. Sus pechos aplastándose contra mi cuerpo. Su pelo rubio a veces entre mis dedos.

Nos quedamos mirando después. Mis ojos se desvían a la peca junto a su labio. Resulta atrayente. Luego recorren el resto de su cuerpo. Al que mis dedos siguen acariciando durante un buen rato.

–Estos momentos hacen que valga la pena– susurra –. Pero ya es hora de irse.

No le dejo levantarse hasta que me da un largo y húmedo beso. Luego, va a entregar el primer cargamento de agua. No hay ni rastro del estudiante. ¿Vendrá más tarde? ¿Hoy está ocupado? ¿O las chicas han tenido éxito en su plan? Al menos podrían haberme dicho qué pretendían.

Por suerte, sé que están bien. Llevan un rato siguiéndonos. Me giro.

–Dejad de esconderos ya…– las llamo.

Ellas aparecen. Sacándome la lengua. Riendo. Orgullosas. Resulta extraño verlas a todas vestidas. Se quitan los velos para besarme. Es evidente que ha ido bien. Lo que sea que hayan hecho.

–¿Y bien?– reclamo mi explicación.

Se ríen. Suspiro. Se ríen más. Finalmente, Liang tiene piedad de mí.

–Esa basura estaba escondido, esperando a Ken. Nos hemos acercado como grupo. Song ha dicho: "Oh, mira, un estudiante de los tiernos. Es mi tipo". Ja, ja. Nos ha costado no reírnos– explica –. Casi estropeamos el plan.

–El muy idiota creía que estaba flirteando con él. Se ha atrevido a mirarme de arriba a abajo. Incluso sonreía. Casi me daría pena, si no me diera asco– sigue Song –. Cuando Shi ha dicho: "Deberíamos ir a un lugar más discreto", se le caía la baba.

–Ja, ja. Me ha seguido como un corderito. Ni siquiera cuando le hemos inmovilizado y empezado a quitar la ropa, se ha dado cuenta de que no era lo que creía– sigue Shi.

¿Quitarle la ropa? Las miro intrigado. ¿Qué es lo que han hecho?

–Oh, vuelve Ken. Luego seguimos– interrumpe Liang.

Entran todas. Me han dejado a medias. Se cambian de ropa. Parece que no se han olvidado. No me voy a poder escapar. No sé si desearlo o temerlo.

Ken me besa. Otro largo beso con lengua. Lleno las enormes jarras con agua supuestamente del anillo. Se va. Las llamo de nuevo.

–¿Por dónde íbamos? Ah, sí, lo estábamos desnudando. Se le veía tan excitado. Ja, ja. No veas la cara que ha puesto cuando ha visto a Song con el consolador atado a la cintura. Parecía que se había muerto alguien. Ha tartamudeado diciendo: "¿Qué… Qué vais a hacer!" Ha hecho intención de querer irse, pero Yu y yo lo teníamos bien sujeto– sigue Yi.

Es curioso. Diría que se han puesto de acuerdo para explicar cada una de ellas una parte de la historia. Ahora sigue Yu.

–"¿No es evidente? Va a darte por culo" ha dicho justo después Liang, muy seria. No creo que él se haya dado cuenta, pero se estaba aguantando la risa. Bueno, creo que todas

–No sabes lo que costaba aguantarse– me dice Liang –. No paraba de suplicar cuando lo hemos puesto contra una piedra, como si lo fuéramos a sodomizar de verdad. Se lo hubiera merecido. Lástima que solo queríamos asustarlo.

Resulta sorprendente oír decir eso a la siempre amable Liang. Pero no tanto si se sabe lo que ha sufrido. Lo que han sufrido todas las esclavas. Lo que aún sufren algunas. Y él era el culpable de que sufriera Ken.

–Es… Estaba forcejeando todo el rato. Pa… Parecía realmente asustado, fuera de sí– sigue Lang, siempre algo más insegura –. Entonces Yu ha dicho: "Viene alguien". Ha puesto una voz muy graciosa.

–Sí. Je, je. Deberías pedirle que lo repitiera– la provoca Yi.

–¡No le hagas caso! No podía usar mi voz natural, podrían reconocerme…– se defiende esta, inflando las mejillas –. Y la voz de Yi tampoco ha sido mejor.

No puedo sino sonreír ante ellas. No estoy seguro si ante el plan. Por una parte, parece original y efectivo. Por otra, me dan un poco de miedo.

–Sí, ja, ja. "Será mejor que nos vayamos" ha dicho con voz ronca. Casi parecía un hombre. Ja, ja– añade Song.

–Pues no veas la cara que ponía Song justo después. Estaba roja de aguantarse la risa, y no era la única. Casi no puede decir lo de: "Mierda, ahora que iba a empezar"– contrataca Yi

–Ja, ja. Era tan gracioso. Con sus pantalones bajados y su pene diminuto. Siempre son los acomplejados los más crueles.

Song ha empezado riendo. La última frase tenía rabia. Si fuera por ella, igual ese estudiante no habría salido con vida. O habiendo perdido una pequeña parte de sí.

–Luego ha intervenido Shi con: "Bueno, otra vez será. Vuelve a venir por aquí, te estaremos esperando". Él ha salido corriendo. Tropezando. Con los pantalones aún medio bajados. Sin mirar atrás. Ha sido muy cómico– interviene Liang.

–No creo que vuelva– se encoge Shi de hombros.

–Si lo hace, tendremos que ser más extremas– amenaza Yi.

–Vuelve Ken otra vez– nos interrumpe Liang de nuevo.

Así que las vuelvo a enviar a la Residencia. Tenía razón en pensar que dan miedo. Pero sin duda, era un buen plan. Lo han debido de asustar de verdad. El estudiante en la etapa cuatro. Varias de ellas en la nueve. No me extrañaría que se quedara encerrado un tiempo. Aterrado. No creo que se lo cuente a nadie.

–¿No ha venido?– me pregunta Ken.

–No lo he visto– le respondo.

Ella asiente. Me vuelve a besar. Se queda apoyada en mí. Abrazándome. Yo la envuelvo en mis brazos durante un rato. Son unos minutos de paz. No fáciles de encontrar para los esclavos. Sintiendo nuestra calidez. Escuchando nuestra respiración. Nuestros latidos. La brisa del bosque al mover las hojas. Al acariciar nuestros rostros. El cantar de algunos pájaros. Hasta que se tiene que marchar.

Lleno las jarras. Nos besamos. La ayudo a levantarlas y equilibrarlas. Y la veo marcharse.

Suspiro cuando se pierde en la secta. Yo me adentro en el bosque. Tengo que encontrar un buen sitio. O no me lo perdonarán. Están deseando practicar conmigo. "Entrenarme", dicen. Abusar de mí, pienso yo.

–¿Qué os parece aquí?– les pregunto tras llamarlas.

–Servirá– asiente Shi.

–Yo voy primera– anuncia Song.

No sé si lo han decidido así o simplemente lo han sorteado. No importa. Ella saca la lanza. Yo saco el bastón, el "legendario". Debo usarlo siempre que pueda. Siempre que sea con gente de confianza. Para circular mi qi por él. Para reforzar el "vínculo".

Veo a Shi preparando sus espadas. A Liang con el arco. No estoy seguro qué va a hacer. Las gemelas me miran. Yi me enseña los dientes y juega con la daga. Amenazadora. Traviesa. Yu me da ánimos. Adorable. Lang con sus espadas también está preparada. Nerviosa. Wan… La hemos sacado a "tomar aire". Está inspeccionando los alrededores en busca de plantas, hongos o lo que sea. No encontrará mucho por aquí. Supongo que está bien si se divierte.

A Shun la he dejado dentro. Está en la cama. Despierta. Mirando a su niña. Acariciando su cabecita. Sonriendo. Con lágrimas en los ojos. Supongo que no es un buen momento para llamarla.

–Son diez minutos. Kong limitado a Génesis. Song, no lo canses demasiado– se ríe Shi.

–Si pierdes, esta noche mando yo– me amenaza Song.

–Si gano, ¿mando yo?– quiero asegurarme. Se pone más interesante.

–No vas a ganar– me reta.

–Oh, ya veremos– acepto el reto.

Tampoco tengo mucho que perder. Ni ella. Pero está claro que los dos queremos ganar. Los dos estamos circulando qi por nuestras armas.

–Empieza, ¡YA!– anuncia Shi.


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