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27.04% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 66: Mi preciosa alquimista (I)

章節 66: Mi preciosa alquimista (I)

Han pasado tres días desde que volví. Las esclavas han decidido cuidarme una cada día. Hace dos fue Pen. Al parecer lo sortearon. Fue bastante entusiasta. E intensa. Me estuvo cabalgando casi media hora. Acabó exhausta. Su pelo rubio se le pegaba al rostro del sudor. Caía sensual sobre sus pechos.

Ayer fue An, la hermana morena de Sai. Estaba más tímida de lo habitual. Supongo que por estar sin sus hermanas. Aunque no le duró mucho. Después de besarnos, fue cada vez más atrevida. Lo acabamos haciendo de pie. Ella apoyada por un lado a la pared. Por el otro, yo. Con su pierna levantada. Nuestras bocas buscándose la una a la otra. Yo entrando y saliendo de ella.

Al cabo de un rato, acabamos en la cama de paja. En una posición parecida, pero tumbados. De nuevo ella de lado. Y yo en el otro lado. Penetrándola. Acariciando su pierna levantada. Disfrutando del espectáculo de sus pechos botando. Solo ligeramente más pequeños que los de su hermana mayor.

Hoy estoy con Ai. Está bocarriba. Sus piernas cerradas. Dobladas. Sus rodillas casi tocando sus enormes pechos. Uno de ellos siendo explorado por mi mano. Que no da abasto. Mi otra mano la necesito para sostenerme.

Su boca semiabierta. Jadeando. Su otro pecho oscilando sensualmente. Su vagina expuesta. Siendo penetrada una y otra vez.

–¡¡Aaahh!! ¡Aaah! ¡¡AAaah!! ¡¡¡Kong!!! ¡Aaah! ¡¡¡HHHHAAaaahhh!!! ¡¡Aaaah!! ¡¡¡Aaaaaah!!!– gime continuamente.

Su pelo rubio oscuro cae sobre la almohada. Su cabeza se inclina hacia atrás. Aprieto su blandito y enorme pecho. Añadiendo qi. Haciéndole que tome la forma de mi mano. Estrujándolo. Moviéndolo en círculos.

Le abro las piernas. Me cuelo entre ellas. Acallo sus gemidos con mis labios. Con mi lengua. Ella me recibe con la suya. No dejo de penetrarla. Mientras juego ahora con sus dos enormes montículos a la vez. Son explosivos. Imponentes. Tentadores. Antes los he estado succionando. Mordiéndolos.

Todo su cuerpo se tensa y estremece cuando se corre. Me detengo un momento. Vuelvo a empujar cuando empieza a relajarse. Llevándola poco a poco de nuevo al límite. Vuelve a tensarse. Apretándome. Ayudándome a eyacular en ella. Lo hago otra vez. Y otra. Hasta que lleno su vagina rosada.

–¡Aaah! Kong ¡Aaah! ¡Ha sido increíble! ¡Aaah!.

–Sí, eres increíble– la halago y la beso.

–Ah. ¿No has jugado ya suficiente con mis tetas?– se queja, aunque su tono es seductor.

–¡Nunca!– me niego.

Ella ríe. Es bueno oírla reír. Me quedo acostado sobre sus pechos. Ella abraza mi cabeza. Hablamos un poco. Aunque no mencionamos a Liang. Aún es doloroso para ella. Ojalá pudiera decirle… Se va durmiendo.

—————

A Rui, Ning, Rong y Bronceada las follo hoy analmente. Las dos primeras están excitadas. A las otras, no sé si les hace tanta gracia. Pero acaban gimiendo de placer.

Bronceada está más obediente. Ni me hace falta llamar a Terror. Que ha crecido un par de centímetros. Al parecer, también es una cría. Aunque más ha crecido Rayitas.

Ayer estuve trabajando en la zona de los animales mágicos. Escuchando, y hablando con esclavos, conseguí enterarme de algunas cosas. Como que a las criaturas les ayuda a subir de nivel el comer carne de otras criaturas mágicas. Cuanto más fuerte sean las víctimas, mejor. A los herbívoros, lo mismo, pero con plantas. Aún tenemos mucha carne para Rayitas y Terror. Deberían poderse hacer bastante más fuertes. Cuando lleguen al límite de la carne, veremos si podemos encontrar otra de más alto nivel.

Es curioso ver a la tigresa cazando a la pequeña rata. Pero, aunque la acabe atrapando, no le hace nada. Juegan y practican. Ya sea cazar o escapar.

Mi enlace con Rong no ha cambiado mucho. Aunque hay una chispa de respeto. O algo parecido.

Bronceada me teme más. Aunque también tiene esa chispa de respeto. Quizás algo de estima. Y bastante más que Rong. Lo cual no es mucho. Al menos, hay esperanzas de que sea mía por algo más que miedo.

El problema del miedo es que no me puedo fiar completamente. Si tienen la ocasión de huir, podrían hacerlo. Me resulta difícil creer que Rui o Ning lo hicieran. Pero muy fácil de las otras dos.

Sea como sea, requerirá tiempo. Por ahora, las devuelvo. Sus culos goteando semen. Y llamo a las chicas. Esta vez todas juntas.

Ya me hicieron pagar por molestar demasiado a Lang el otro día. Y me hicieron prometer que la molestaría aún más. Esta está ahora mirando a Ai, y mirándose sus propios pechos.

–Los tuyos son preciosos– le susurro, cogiéndoselos por detrás.

–¡Ah! No… Yo… ¡¡Aaah!!

Y así mismo la follo. Los dos de pie. Yo detrás de ella. Penetrándola mientras me recreo en sus pechos. Descubrí que le gusta que juegue con ellos.

Igual se lo hago a Liang, que parecía tener un poco de complejo. Jugueteo con sus pequeño pechos. Con sus erectos pezones. Mientras la penetro. Es tan dulce y delicada…

Y al final, todas se apuntan. Como si fuera un juego. Quizás lo sea. Un juego muy sensual y placentero. Muy erótico. Muy estimulante. E intenso.

–Wan quería hablar contigo. Llámala después de enviarnos de vuelta– me dice Yi, aprovechando para besarme.

–Sé bueno con ella– me pide Yu, besándome al igual que su hermana. Quizás compitiendo con ella. O para no ser menos. No sé que traman.

—————

Veo que Bai Wan está fuera de su habitación. Caminando de un lado a otro. Parece nerviosa.

La llamo. Aparece ante mí. Me mira. De arriba a abajo. Y se gira de golpe.

–Es… Estás desnudo– se avergüenza.

–Oh. Es cierto. Perdona. Ahora me pongo algo– me disculpo.

Estoy tan acostumbrado a tratar con las chicas desnudo que ni me había dado cuenta.

–No. Da igual– asegura ella, sin girarse.

–Como quieras. Me han dicho que querías hablar conmigo. Dime.

Ella me mira de reojo. No sé si cree que no me doy cuenta. Está completamente roja.

–Yo… Quería darte las gracias por todo. Por ayudarme a practicar alquimia. ¡Hoy he conseguido mi primera píldora! Es de bajo nivel e imperfecta. Y he desperdiciado muchas plantas. ¡Pero lo he conseguido!– anuncia ella.

Como siempre que habla de plantas, está excitada. Y se olvida por un momento de todo los demás.

–Felicidades. Realmente eres increíble. He oído que a muchos les cuesta meses– la alabo.

De hecho, no sabía que lo había logrado. No siempre puedo estar espiándolas… vigilándolas.

–No lo habría conseguido sin vuestra ayuda. La mayoría no tienen tantos recursos para… practicar.

Se ha girado un momento, emocionada. Y me ha vuelto a ver desnudo. Se ha vuelto enseguida. Me cuesta no reír.

–Eres nuestra única y preciosa alquimista. Claro que vamos a hacer lo posible por ti. Sabemos que, en el futuro, podremos contar contigo.

Oh. No sabía que podía ponerse aún más roja.

–¿De verdad te parezco preciosa?

–Claro. Si no, no lo diría– le aseguro.

Y es cierto. Me lo parece. Quizás por ser un esclavo. Alguien que esté gordo nos parece hermoso. Diferente a nosotros. Incluso lo envidiamos. ¡Qué más quisiéramos que poder comer para estarlo! O quizás es mi gusto. O quizás porque soy un pervertido, y todas me lo parecen. Intentaré creer que es una de las dos primeras.

–¿Seguro? ¿No te da asco tocar a alguien gorda como yo? Es lo que siempre… Ellos…

Parece que ha sufrido más incluso de lo que imaginaba. Su autoestima está por los suelos. Así que me acerco y la abrazo por detrás. Aunque me abstengo de agarrar sus enormes pechos. No por falta de ganas. Ella se estremece al notar el contacto. Pero no se aparta.

–¿Es suficiente para demostrarlo o quieres que lo demuestre más?– le pregunto. Está claro lo que insinúo.

–¿Lo… Lo harías conmigo?– pregunta tímidamente en un susurro.

–¿El qué?– la provoco

–Eh… Yo… Esto…

Supongo que no puedo reírme de ella. Yu me ha pedido que sea bueno. Creo que estaban planeando esto. Me acerco a su oreja para susurrarle. Para intentar seducirla. Para que sienta mi aliento.

–¿Quieres decir lo que nos viste hacer en el Jardín? ¿Escondida?

Noto su cuerpo rígido. No sabía que la había visto. Vuelve a estar roja. Pero no intenta liberarse de mi abrazo. No me muevo. Espero a que ella reaccione. No puedo forzarlo. No quiero que las chicas la tomen conmigo. Y no quiero hacerle daño a Wan. Al final habla, de nuevo en un susurro.

–¿Lo… Lo harías?

–Si tú quieres, ¿cómo podría resistirme?– le susurro en su oreja.

Noto como tiembla ligeramente.

–Hazme… Házmelo– me pide, casi sin fuerzas.

Me ha dado permiso. Así que mi boca va entonces a su cuello. La beso con suavidad. Al mismo tiempo, mis manos suben hasta sus pechos. Los acaricio sobre la ropa.

–¡Ah!– gime sorprendida.

No obstante, no se mueve. Está tensa. Así que la sigo besando con suavidad. Recorriendo su cuello. Cogiendo con delicadeza sus enormes pechos. Moviéndolos. Mi pierna presiona ligeramente entre las suyas.

Lo hago muy despacio. Muy suave. Hasta que empieza a relajarse. A dejarse llevar. Solo entonces bajo hasta su cinturón. Intentando desabrocharlo. Ella me detiene con su mano. Yo simplemente sigo besándola. Manoseando su pecho con la otra mano. Mientras que la que está en su cinturón permanece quieta. Bajo la suya. Finalmente aparta la suya. Dejándome vía libre.

Respira pesadamente. A veces se le escapa un suave gemido. Se vuelve a tensar mientras desabrocho el cinturón. Mientras abro sus ropas. Mi mano se mete entre ellas. Encontrándose con la ropa interior que sostiene sus pechos.

La otra llega hasta la que protege su entrepierna. Vuelve a detenerme. Le muerdo la oreja. Con suavidad. Con qi. Ella gime. Y acaba apartando la mano.

Yo juego con su pecho. Me acerco a su entrepierna. Ella se tensa mientras acaricio los labios de su vagina. Por encima de la ropa. Con algo de qi.

–¡Aaaah!– se le escapa un gemido entre su respiración entrecortada.

De repente, aparto las manos. Las llevo hasta su túnica entreabierta. Quitándosela poco a poco. Dejándola caer al suelo. Ella se tensa. Nerviosa.

–Gírate. Déjame verte.

Lo hace. Despacio. Indecisa. Temerosa. Mirándome nerviosa. Supongo que teme que la desprecie.

–Realmente preciosa– le aseguro.

Se le escapa una sonrisa tímida. La cojo de la cintura y la acerco. Llevo una mano hasta su enorme y jugoso culo. Lo cojo, estrujo y manoseo. Aún sobre su ropa interior.

La otra mano llega hasta su cabeza. Atrayéndola hacia mí. Al mismo tiempo que yo acerco la mía. Nuestros labios se juntan. Mi lengua la invade. De nuevo se tensa. Pero no huye. Aunque esconde su lengua. Debe de ser su primer beso. Me separo de nuevo.

–Usa la tuya. No tengas miedo. No te voy a morder. No soy Yu– le aseguro con una sonrisa.

Ella asiente. Incluso ríe. Tímida. Obediente. Como hipnotizada.

Vuelvo a invadir su boca. Responde con timidez. Con miedo. Pero, al no huir, mi lengua alcanza la suya. Juega con ella. Poco a poco se va animando. Con pasión. Lo contrario sería extraño. El otro día se masturbaba desesperada.

Nos separamos. Nos miramos. Nuestra respiración entrecortada. Sonrío. Me sonríe. Volvemos a besarnos. Esta vez, ella es más activa. Incluso acerca sus labios. Incluso su lengua sale a recibir la mía. Ansiosa.

Mientras, mi mano sigue en su culo. Pero ahora por dentro de sus bragas. Sintiendo la piel de su abundante y suave trasero.

La llevo hasta la cama. Dejándola caer despacio. Sin dejar de besarla. De manosearla. Cuando la tengo allí, me separo de ella.

–Quiero verte. No es justo que solo yo esté desnudo.

Ella me mira. Jadeando. Roja. Con los ojos llenos de pasión. Con su boca entreabierta. No se resiste mientras le quito las bragas. Mientras descubro su vagina. La mata de pelo que cubre su lugar más secreto.

Luego subo hasta su pecho. Desabrochando su sostén. Quitándoselo. Descubriendo sus voluptuosos pechos. Dejándola completamente expuesta. Sus abundantes carnes sobresalen por todo su cuerpo. Sus brazos. Sus piernas. Su cara redondeada. Aunque sus pechos son los más espectaculares.

No puedo sino acercarme a ella. Poner una pierna entre las suyas. La otra fuera. Alcanzo un pecho con la boca mientras mi mira con deseo. Lo chupo. Lamo su pezón. Con el otro, juega una de mis manos.

–¡Aaaah! ¡Ah! ¡Aah!– gime ella.

Sus manos tocan al principio ligeramente mi cabeza. Aunque acaban agarrando mi cabello con pasión.

Mi otra mano baja por su estómago. Acariciando sus abundantes carnes. Jugando con ellas. Añadiendo qi. Se estremece cuando roza su vello púbico. Pero más cuando llega hasta su entrada. Cuando acaricia su oculta perla por encima. Cuando separa los labios de su vagina. Empieza a estar húmeda.

Jugueteo con un dedo por dentro de ella, aunque no muy profundo. Acaricio su clítoris, con algo de qi. Estimulándolo. Al mismo tiempo que sus pechos. Llevándola poco a poco al clímax. 

–¡¡Aaaah!! ¡¡¡¡HHHHHHHAAAAAAAAAAAAaaaaaaahhHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAAAaaaaaaaaaaaahhhhhhhhHHHHH!!!! ¡¡¡¡¡HHHHHHHHAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!– alcanza finalmente el orgasmo

Me la quedo mirando. Esperando que se recupere sonriéndole. Ella me devuelve la sonrisa mientras jadea. Mientras me mira. Expectante. Ya no aparta la mirada. Hay pasión en ella.

–¡Aaahhh! Es mejor… ¡AAaaahhh! Mejor que… ¡Aaaah!– casi confiesa, sin acabar la frase.

–¿Mejor que qué?– la provoco un poco. Me lo ha puesto demasiado fácil.

No responde. Se pone más roja. Vuelve a apartar la mirada.


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