—¡Ngh! ¡Ahhh! ¡R..R..R..Reece! ¡P..P..P..Para! ¡Ahhh! —empujaba mi cabeza, suplicándome que le diera consuelo.
—Necesito más de ti, cariño, necesito más.
—En..en..entonces toma más Reece. Toma más de mí tómandome a mí. Te quiero. Te necesito.
Ni siquiera necesitaba rogar dos veces. Ya estaba alejando mi cara de su núcleo sobrecalentado y delicioso y posicionándome entre sus piernas.
—Te amo, Trinidad. Te amo tanto.
—También te amo, Reece. Te amo y quiero que me hagas el amor —me miraba con los ojos empañados y desenfocados.
—No sé si puedo ser lo suficientemente delicado para eso, cariño. Te necesito tanto.
—¿Reece? —sus ojos me suplicaron mientras decía mi nombre.
—Demonios —sabía que haría lo que fuera que ella quisiera. Ella no lo ordenó. No, simplemente nunca haría nada para decepcionarla. Ella era mi verdadero y único amor y la única mujer a la que alguna vez quise complacer—. Está bien cariño, seré gentil. Te haré el amor y te demostraré cuánto significas para mí.