En las desmoronadas calles de Twilight, una grotesca Criatura de la Pesadilla mutilaba a otra con sus colmillos, mientras una lluvia de espadas y lanzas caía sobre su dura piel. Cada golpe provocaba corrientes de sangre fétida que brotaban de heridas espantosas, pero las abominaciones no le prestaban atención.
—Ah… duele —murmuró Mordret.
Mordret, que había tomado el cuerpo de la Criatura de la Pesadilla, no la estaba pasando bien. No solo estaba siendo cortado y mutilado por los vasallos del impostor, sino que también le estaba resultando difícil respirar. El aire estaba lleno de humo y los edificios a su alrededor se habían incendiado, en algún momento.
Pero estaba tan cerca...
Finalmente, las abominaciones a las que había estado brutalizando temblaron y murieron. Una corriente etérea de poder fluyó hacia su alma, y él huyó hacia los reflejos, escapando de las crueles cuchillas de los vasallos vacíos.