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A pesar de haber vivido los horrores de la Campaña del Sur y de haber presenciado la escalofriante resolución de la Batalla del Cráneo Negro, Sunny aún palideció ante la vista del enorme enjambre de Bestias Corruptas. Había demasiadas para contarlas, pero debía haber decenas de miles de crustáceos translúcidos avanzando hacia la isla.
Incluso Nephis parecía sorprendida, una visión rara y no bienvenida. Instintivamente extendió una mano, como si convocar una espada pudiera salvarlos de la plaga de Abominaciones Corruptas.
—Está... está bien.
Su voz era uniforme, pero le faltaba confianza.
Sunny forzó una sonrisa tenue.
—¿Cómo exactamente está esto bien? —preguntó Sunny.
Nephis se quedó pensativa un momento.
—Estas criaturas no parecen capaces de salir del agua —observó Nephis.
Sunny cerró los ojos por un momento.