Sunny se despertó de una pesadilla en la que era una sombra que había perdido la voluntad de vivir, que despertaba de una pesadilla en la que era un príncipe siendo ahogado en una tumba ardiente de acero fundido, que despertaba de una pesadilla en la que era un anciano muriendo mientras sostenía el cuerpo de su madre asesinada, que despertaba de una pesadilla en la que era un mortal viendo su mundo ser destruido por un dios.
Pronto, Sunny se encontró atado a una estaca, con el fuego extendiéndose por el montón de yesca debajo de sus pies desnudos, mientras una multitud de personas, a quienes había considerado amigos y vecinos, observaban con deleite demente. Todo lo que pudo hacer fue luchar desesperadamente contra sus ataduras y rezar para que el humo lo sofocara antes de que las llamas alcanzaran su carne…
Pero sus oraciones no fueron respondidas.
—Gritando desde dentro del fuego, murió.
—…Llegó la hora de enfrentar un nuevo día.