Allá en la oscuridad, un vasto balcón estaba construido en la pared de la torre, alcanzando casi hasta el centro de la gigantesca estructura. En su superficie, pilares rotos de mármol estaban cubiertos por las siempre presentes vetas de coral carmesí. Llevaban a un estrado circular, con un ancho anillo de hierro sumergido en su superficie de piedra.
Alrededor del anillo, un hermoso patrón de runas brillaba con una luz familiar. Eran como aquellas runas que cada Despierto había visto innumerables veces al comunicarse con el Hechizo.
Pero esa no era la primera razón por la que Sunny lo había notado. Lo más inusual del estrado era que, a diferencia de todo lo demás dentro de la Espira, estaba completamente desprovisto de crecimientos de coral carmesí. La superficie de piedra que rodeaba el anillo estaba extrañamente limpia y sin tocar por él.
Al mirar las runas brillantes y los anillos de hierro a través de su sombra, Sunny sintió que algo se movía en su corazón.