Bajando su espada, Sunny permaneció en silencio en la habitación vacía por un rato. En la ventana, el eje distante de la Espira Carmesí se cernía, la luz del amanecer pintándola lentamente de rojo.
Una discreta sonrisa apareció en su rostro.
—Aww. Gracias, Hechizo. Qué bonito regalo de cumpleaños.
Invocando el Manantial Infinito, bebió con avidez el delicioso agua fría y luego se sentó en el suelo, cruzando las piernas y tomando grandes bocanadas de aire.
—Echemos un vistazo…
Dejando atrás sus preocupaciones, Sunny se sumergió en el Mar del Alma y caminó por las filas de sombras inmóviles.