—Jasper, no hagas ninguna tontería —suplicó Michael, su voz temblorosa—. Todavía hay tiempo. No empeores las cosas. Vamos a volver y resolver esto pacíficamente.
La respuesta de Jasper estuvo cargada de furia, rechazando cualquier noción de una resolución pacífica. —Tu jefe empezó la violencia. No quiero ningún acuerdo de paz con él. Quiero retribución —afirmó, su determinación inquebrantable.
—Sabes muy bien que no puedes ganarle —Michael intentó persuadirlo, enfatizando la futilidad de enfrentarse a Sebastián—. Deja de ser terco y ven conmigo —instó. Pero Jasper, consumido por la venganza, no vio espacio para el compromiso.
—Te habría matado si no fueras mi amigo —gruñó Jasper—. Pero me traicionaste. Viniste a matarme a mí y a Ella.