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Cristóbal frunció el ceño mientras observaba a la llorosa Abigail y sintió que Pamela había dicho algo para molestarla. El enojo que ya albergaba hacia Pamela se hizo más pronunciado, y apretó los puños, listo para pedirle que se fuera. Estaba dividido entre su deseo de defender a Abigail y su deseo de mantener un nivel de civilidad.
Pero Pamela tenía sus propias intenciones. Buscaba enmarcar la situación de una manera que pintara a Abigail como la agresora. Con un tono dramático, respondió a la pregunta de Cristóbal —Mira a tu esposa, Cristóbal. Está desesperada por retratarme como una persona insensible y egocéntrica.
Abigail, con los ojos llenos de lágrimas, miró a Cristóbal con una expresión de desesperación y negó con la cabeza. Cristóbal, en medio de su conflicto interno, logró mantener una compostura hosca. Estaba decidido a resolver la situación sin recurrir a la ira.
—¿Qué te dijo para ofenderte? —preguntó en voz baja.