"Abigail se sentó al borde de su cama, rodeada por el suave resplandor de la lámpara de noche. La luz pálida proyectaba largas sombras en las paredes. Sostenía su teléfono suavemente en su mano, su pulgar trazando patrones en la pantalla de manera distraída.
«¿Todavía está enfadado conmigo?» Se preguntó a sí misma.
Sus ojos se desviaron hacia la ventana. Los pensamientos de Abigail se volvieron introspectivos. No podía dejar de revivir los acontecimientos del día, reviviendo la pelea que la había dejado triste y desconcertada. Había actuado impulsivamente, impulsada por su ira. Pero ahora se dio cuenta de que solo había alejado más a Cristóbal.
Lágrimas se acumularon en las esquinas de sus ojos, amenazando con desbordarse. Abigail mordió su labio, tratando de contenerlas. No quería parecer débil o vulnerable, especialmente no frente a Cristóbal. Pero cuánto más intentaba contenerlas, más duro caían.
Timbre-Timbre-Timbre…