"El silencio envolvió la habitación mientras los cautivos luchaban con sus propios pensamientos, el miedo a las posibles consecuencias se asentaba sobre ellos. La mirada de Cristóbal se fijaba en la de ellos, su inquebrantable mirada invitaba a la honestidad y a la cooperación.
Tenían miedo de que los mataran si revelaban el nombre. Pero también era cierto que no serían capaces de salir de allí con vida.
Intercambiaron miradas significativas. El primer matón movió ligeramente su cabeza, pidiéndole a su compañero que no revelara nada. Pero el segundo parecía nervioso.
—No conocemos sus nombres —dijo el primero—. Ellos nos contactaron anónimamente y prometieron un gran pago. Solo somos peones, ¡lo juramos!
—Basta de excusas —exclamó Benjamín, arrebatando rápidamente la pistola del guardia y apuntándola a la cabeza del segundo matón—. Había detectado su temor y creía que este revelaría el nombre si lo presionaba un poco más.