Abigail estaba sentada en el lujoso interior del elegante Bugatti negro, sujetando el borde de su asiento con las manos, sus nudillos volviéndose blancos. El motor rugía suavemente, llenando el aire con su potente zumbido, pero el otrora emocionante sonido ahora parecía un recordatorio de su cautiverio.
Su mirada se desvió hacia el hombre detrás del volante, cuya cara estaba oculta tras unas gafas de sol oscuras como si estuvieran ocultando las intenciones que se escondían en su interior. A su lado, otro guardia estaba sentado en el asiento del pasajero, su presencia un constante recordatorio de su falta de libertad. La línea de coches que los seguía solo aumentaba su creciente frustración.