El día parecía transcurrir como cualquier otro en la Academia Imperial, con estudiantes inmersos en sus estudios y prácticas, sin darse cuenta de la tormenta que se avecinaba en el horizonte. La noticia de los avances logrados en la academia, en particular la reciente dominación del Arcánum por parte de Edward, había trascendido más allá de los muros del imperio humano.
En el vasto y diverso universo, donde las diferentes razas coexistían, siempre había habido una lucha constante por el poder y la supremacía. Y mientras la raza humana, una de las razas de octavo nivel, comenzaba a mostrar signos de creciente fortaleza, el miedo y la inquietud empezaron a surgir en los corazones de las otras razas.
Los Ellyrian, una raza del séptimo nivel, se habían mantenido al margen, observando desde las sombras. Eran una raza orgullosa y poderosa, conocidos por su destreza tanto en habilidades físicas como mágicas. La idea de que los humanos pudieran amenazar su posición era inaceptable.
La Academia Imperial recibió un mensaje del Imperio Ellyrian, pero no era un mensaje de felicitación o una invitación para compartir conocimientos. Era un anuncio de guerra.
El silencio se apoderó de la sala cuando el director leyó el mensaje en voz alta para los estudiantes y profesores reunidos. El aire se volvió pesado con la tensión y la incredulidad. La guerra era un concepto distante para muchos de los estudiantes, algo que habían leído en los libros de historia o escuchado en las historias de los mayores. Pero ahora, se volvía una realidad aterradora.
Johnathan se encontraba entre la multitud, su rostro impasible mientras procesaba la información. Sintió la mirada de Sindi sobre él, y aunque intentó transmitir tranquilidad con una mirada, no pudo ocultar completamente la preocupación en sus ojos.
La guerra estaba en el horizonte. Una prueba para todos ellos, como individuos y como raza. Los estudiantes y los profesores comenzaron a prepararse, a practicar con más determinación que nunca. Los días de paz habían llegado a su fin, y el sonido de la guerra estaba llamando a la puerta. Pero mientras Johnathan miraba a los estudiantes, a sus amigos, sabía que estaban listos para enfrentar cualquier tormenta que se avecinara.
Al final del día, se hizo una promesa colectiva. No caerían sin luchar. No se dejarían intimidar. Protegerían su academia, su imperio, su raza. La guerra estaba por comenzar, y la Academia Imperial estaba lista para enfrentarla.