—Fenagar sabe de ti desde tu viaje a Jiera mientras que Inxialot es más probable que muera de una vez por todas que dar un paseo. Incluso si lo hiciera, apuesto cristales blancos contra judías que se olvidaría de ti en el momento en que te quita la vista de encima.
—Tiene sentido. —Lith asintió—. Tengo un favor que pedir.
—¿Ya? —El Guardián frunció el ceño un poco hasta que Lith le susurró algo al oído que Leegaain Silenció con un hechizo de nivel Guardián.
—Por los dioses, robaría tu idea ahora mismo si no fuera por mi precaria situación. Sígueme. —Los dos hombres desaparecieron dentro del laboratorio nuevamente, dejando a las tres mujeres solas.
—¿Qué dijeron? —Preguntó Kamila a Salaark.
—Ni idea. El bastardo es bueno. ¿Solus?
—¡Yo no miro en la mente de Lith así! —Se sonrojó indignada—. Además, él lo notaría al instante.
—La. —Shargein atrapó un mechón del cabello de Salaark y comenzó a chuparlo.