—Yo también. —Dijo Kamila, haciéndolo ahogarse en su alivio—. Por eso me tomé mi tiempo antes de tomar mi decisión. Necesitaba calmarme y recordar todas las cosas buenas y malas que hemos pasado juntos primero.
—Tuve que recordar que cuando te propuse matrimonio, era consciente de la mierda en la que me estaba metiendo. Tomé un riesgo calculado, pero dioses, soy malo en matemáticas. —Dijo con una risita—.
—No voy a fingir que esto no cambia nada entre nosotros. Esta fue una revelación tan grande como la existencia de Solus, si no es que peor, pero lo superaremos juntos.
—No es que me queje, pero la última vez te llevó meses asimilar mi último secreto. ¿Qué es diferente esta vez? —Preguntó Lith—.
—¿Estás bromeando? En aquel entonces, yo era tu novia y tenía todo el derecho a estar molesta. Ahora, en cambio, soy tu esposa y el matrimonio es sobre respeto, deber y solucionar juntos problemas que no tendríamos por separado.