—Lo siento, pero realmente debería irme ya.—dijo Kamila.
—Por favor, quédate. No quiero estar solo. No ahora.—Lith abrió su mano pero se opuso a una resistencia tenue, dejando a ella la elección de romper el contacto o no.
—¿Solo? ¿Cómo?—Miró el anillo de piedra con sospecha, su mente estaba ahora más desordenada que nunca.
—Solus no es una cosa. Ella tiene su propio dolor y, en momentos como este, tenemos que cortar nuestro vínculo para no dejar que nuestros sentimientos negativos fluyan el uno al otro hasta que nos ahoguen. Quylla fue la primera persona que se acercó a nosotros en la academia sin una agenda oculta.
—Solus se preocupaba mucho por ella y no poder asistir a su funeral en persona, darle un elogio a Quylla como todos los demás solo hace que su dolor sea más profundo. Gracias a ti, pude consolarla, al menos un poco.—respondió Lith.