Además, si las Cortes de los No-muertos pudieran moverse libremente por Garlen, superarían su mayor limitación que hasta el momento les había impedido ser una amenaza real para los vivos.
La mayoría de los no-muertos no podían moverse durante el día y algunos ni siquiera podían abandonar el lugar de su muerte durante mucho tiempo. La seguridad del sistema de la Puerta del Reino les había imposibilitado usarlo sin ser descubiertos, y establecer uno propio les era imposible.
La condición de no-muertos les convertía en malos maestros forjadores debido a su incapacidad para canalizar adecuadamente el elemento de luz. Crear una Puerta, tallarla con runas e infundirla con un hechizo lo suficientemente potente como para doblar el espacio a través de cientos de kilómetros de distancia era más de lo que cualquiera de ellos podía hacer.
Su única esperanza era hacerse con una preexistente.