—¿Te importaría si te hago una pregunta personal? —Friya dijo mientras les servía un té caliente.
—No, pero no puedo garantizarte que te responda.
—No te preocupes, no voy a indagar en tu muro de secretos. —Se rió entre dientes.
—Todos sabíamos que te gustaba Nalear y que tenías cierta debilidad por Wanemyre. Me preguntaba por qué nunca te fijaste en mí. Ahora que ya no somos jóvenes e ingenuos, no me da vergüenza admitir que eso hirió un poco mi orgullo.
—Bueno, es simple. Cuando nos conocimos, tú eras sólo otra noble engreída y estirada. Después del segundo examen, cuando empezamos a hacernos amigos, ya te habías vuelto demasiado parecida a mí. —Dijo Lith.
—Siempre has sido la chica más hermosa de nuestra clase, pero tengo debilidad por las chicas lindas y tú nunca has sido linda. Pasaste de ser insoportable a sombría y taciturna. Tú y yo somos como lunas. Podemos brillar, pero nuestra luz es fría y distante.