Lith pudo entender por qué su aparición había causado tanta ira. La ciudad tenía muchas puertas y cada una tenía una cola de varios cientos de metros de largo que iba creciendo por minutos.
Comerciantes, viajeros e incluso residentes debían pasar varios controles para entrar o salir. La Puerta de Distorsión era un carril rápido, generalmente reservado para nobles y altos funcionarios. Lith los ignoró, activando la Visión de Vida para verificar si podía despegar.
—¿Qué demonios? Su expresión sorprendida fue malinterpretada por algunos presentes como indignada, lo que los llevó a reanudar sus insultos. A Lith no le importaban y giró para asegurarse de que sus ojos no le estaban jugando una mala pasada.
Los arreglos no estaban en una posición fija. A diferencia de la academia y el Palacio Real, solo se podían describir como un torbellino. Las energías mágicas cubrían toda la ciudad en todo momento, pero también cambiaban de tamaño y altura sin previo aviso.