País W.
En una zona remota de Nubefort, dentro de un almacén abandonado cerca de la frontera de la ciudad, un joven se acurrucaba en el sucio suelo de hormigón, su cuerpo cubierto de heridas y sangre seca. Una rata correteaba acercándose a él, viéndolo como una posible presa.
Una tenue luz se filtraba a través de un pequeño respiradero en una de las paredes, proyectando un débil resplandor que permitía al hombre examinar su sombrío entorno.
Cadenas ataban sus manos, restringiendo su movimiento a un espacio reducido. La habitación estaba vacía excepto por unas pilas de viejas cajas en una esquina lejana.
Un dolor sin nombre lo consumía, pero le faltaba la fuerza para reaccionar o gritar pidiendo ayuda. Con mucho esfuerzo, lentamente ahuyentó a las ratas que lo veían como una porción de comida.
No podía entender por qué los gánsteres lo habían capturado y torturado sin piedad, dejándolo en un estado en el que prefería morir. El tormento era insoportable.