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77.47% The Charm of the Beast / Chapter 86: Once. Dolor.

章節 86: Once. Dolor.

Con el paso de las horas ya me sentía mucho mejor y ya no tenía ganas de estar más tiempo acostada en una camilla. Con cuidado mi esposo me levanto de la camilla y rápidamente los Cullen volvieron a dejar la sala como estaba antes, para que después Edward me dejara con cuidado en el sofá.

Rosalie me envolvió con un montón de cobijas y mantas, me sentía como un burrito. Lo bueno de todo aparte de que ya me sentía mucho mejor es que ya no necesitaba tener tantas agujas pegadas a mi brazo y mano, solo tenía una que estaba conectada a un suero pero no me molestaba tanto como las anteriores.

Edward estaba sentado a mi lado con mis piernas en su regazo, y Rosalie se mantenía sentada en el suelo muy cerca de mí.

No me había dado cuenta de que alguien había entrado a la habitación hasta que Edward levanto el rostro con dirección a la entrada. Era Jacob, le dedique una sonrisa y lo salude con la mano.

—Vengo a hablar, nada más. —dijo mirando a Edward. —No pronostico ningún ataque durante los próximos días. —

—Si. —contesto mi esposo. —Escuche la mayor parte de la conversación. —

Jacob lo miro confundido.

—¿Cómo…? —

—Ahora me es mucho más fácil, por la familiaridad, te leo con más claridad. Además es más fácil escucharte cuando estar como humano. Escuche la mayor parte. —contesto.

—Ah… que bien, porque no me gusta repetir. —dijo Jacob.

—Me encantaría pedirte que durmieras un poco pero no creo que hagas caso. —le dije mientras veía como caminaba hacia la salida murmurando algo que apenas escuchaba.

—Todos cuentan hasta seis en el arca de Noe: uno…dos… tres…—

—¿Dónde está el diluvio, perro callejero? —dijo Rose.

—¿Sabes cómo se ahoga una rubia, Rosalie? —le pregunto sin parar de caminar y sin verla. —Pega un espejo en el fondo de un charco. —termino de decir mientras cerraba la puerta principal.

Edward comenzó a reír.

—Ya lo había oído. —grito Rose en dirección a la puerta.

Después de un minuto Edward tomo mis piernas con cuidado y las coloco en el sofá.

—¿Adónde vas? —pregunte.

—Olvide decirle algo. —

—Deberías dejarlo dormir un poco. —

—Sera rápido, corazón, lo prometo. —me dio un beso y salió de la casa.

—{¿Qué sería tan importante que no podía esperar?} —me pregunte.

Solté un suspiro, ya no estaba tan cómoda como antes. Intente moverme un poco pero un golpe llego directo a mi costilla. Solté un grito e intenté acostarme de inmediato. Las lágrimas comenzaron a bajas por mis mejillas. Me dolía mucho.

En menos de un segundo todos ya se encontraban en la habitación. Rosalie y Edward estaban a mi lado.

—Un segundito por favor. —dije intentando recuperarme.

—Oí un chasquido, Elina. Tengo que examinarte. —dijo Carlisle.

—Estoy segura de que fue una costilla… si ahí. —dije señalando el lugar. —Au…si estoy segura de que fue eso. —

—Necesito hacerte una placa de rayos X. Tal vez haya astillas y no queremos a arriesgarnos a que perforen algo. —

Respiré hondo y asentí.

Edward me levanto con mucho cuidado y volteo a ver a Rosalie con el ceño fruncido, le enseñó los diente en advertencia y dijo serio:

—Es mi esposa, yo la llevo. —

Edward me llevo escaleras arriba y me coloco en la camilla que estaba cerca de la máquina de rayos X.

Después de eso ya no supe nada, el golpe me había dejado totalmente cansada así que me dormí.

Me desperté una hora después, estaba acostada en el sofá. Me senté con cuidado quedando en medio de este. Mire a mí alrededor, Edward está a un lado mío y Rosalie estaba sentada a mis pies.

—¿Cómo te sientes, corazón? —pregunto Edward.

—Mejor. —

Unos ronquidos me llamaron la atención. voltee y era Jacob, estaba dormido en el piso con una almohada de plumas en su cabeza.

—Qué bueno que pudo dormir. —dije mientras tomaba la mano de mi esposo.

—Me tienen harta sus ronquidos—gruño Rose.

Me había dado algo de frio, así que cuando Seth vino a buscar a Jacob le habíamos pedido el favor de poder calentarme con su alta temperatura. Él había aceptado, se sentó a un lado de mí y paso un brazo por mis hombros.

Pasaron las horas, estaba a punto de anochecer y Edward decidió hacer algo de comer para los lobos. Le dio un plato repleto de comida Seth. Este sonrió extasiado.

Jacob se levantó de golpe.

—Ya era hora. —murmuro Rosalie que estaba recargada en mis piernas. —Estaba harta de tus ronquidos. —

—Oye, Jake, ven aquí. —dijo Seth.

Jacob lo miro confundido.

—Vino a buscarte. —contesto Edward a su pregunta mental.

Seth asintió y decidió explicar lo sucedido.

—Vine a ver si estabas bien, porque no habías cambiado de fase y Leah ya se estaba preocupando. Le dije que lo más probable es que te hubieras quedado dormido en tu forma humana, pero ya sabes como es. Y bueno ellos tenían esta comida y… por dios. —dijo mientras miraba a Edward. —Si que sabes cocinar. —

—Gracias. —contesto.

Jacob no se miraba muy contento.

—Elina, estaba perdiendo calor. —dijo Edward.

De pronto Seth quito el brazo de mis hombros y se dedicó a comer con entusiasmo. Jacob se levantó del piso y se acercó un poco al sofá.

—¿Leah sigue vigilando? —pregunto a Seth.

—Si. —dijo este sin dejar de masticar. —Sigue atenta, no te preocupes. Aullara si hay algún problema. Cambiamos de turno a eso de la media noche. He estado corriendo como doce horas. —

—¿Medianoche? ¿Qué hora es? —pregunto Jacob.

—Está a punto de amanecer. —dijo Seth después de mirar por la ventana para asegurarse.

—Maldición. Lo siento mucho, Seth. Debiste haberme despertado con un golpe. —

—No pasa nada, hermano. Necesitabas dormir de verdad. ¿Desde cuándo no habías dormido bien? ¿Desde la noche que patrullaste para Sam? Los dejamos hace cuarenta horas, no eres una maquina amigo. La verdad no pasó nada interesante. —dijo Seth.

Jacob me miro o más bien me examino.

—¿Y la costilla? —me pregunto.

—Vendada y sujeta. Ya ni siquiera me duele. —

—¿Y el desayuno? ¿Fue O negativo o AB positivo? —pregunto sarcástico.

—Desayune un omelett. —dije mientras miraba el vaso de sangre que tenía en las manos.

—Deberías desayunar algo, Jake. —dijo Seth. —Hay un montón de delicias en la cocina. Estoy seguro de que tienes el estómago vacío. —

Jacob lo ignoro.

—¿Qué comió Leah? —pregunto acusatoriamente.

—No me mires así, le lleve comida antes de comer yo. —se defendió Seth. —Dijo que prefería un animal atropellado, pero estoy seguro de que al final cede ¡Estos rollitos están…! —

—Entonces iré a cazar con ella. —dijo Jacob.

Seth se movió de su lugar con intenciones de irse.

—¿Si tienes un momento, Jacob? —dijo Carlisle.

—¿Sí? —

Jacob camino a la entrada de la habitación donde estaba Carlisle.

—Hablando de cacería. —comenzó con tono sombrío. —Ese asunto es importante en mi familia. Doy por hecho que actualmente el tratado no está vigente, así que quiero pedirte un concejo. ¿Crees que Sam ira tras nosotros si salimos del perímetro que creaste? No queremos correr el riesgo de lastimar a alguien de tu familia, ni de perder a uno de los nuestros. Si estuvieras en nuestro lugar ¿Qué harías? —

Jacob no supo cómo contestar.

—Bueno…correrían un riesgo. Sam se ha calmado un poco, pero estoy seguro de que él considera el tratado como un simple papel. En cuanto se le mete a la cabeza que la tribu o cualquier humano está en peligro, no se va a quedar sin hacer nada. Pero su prioridad sigue siendo La Push. Ahora no hay suficientes como para vigilar a la gente y al mismo tiempo organizarse para causarles daño. Estoy seguro de que se quedara cerca de casa. —Carlisle lo miro feliz. —Entonces, yo te recomendaría... no cacen de uno en uno, sólo por si acaso. Convendría también que fueran de día, por las supersticiones sobre los vampiros, esperan que salgáis por la noche. Son rápidos, pueden ir a las montañas y cazar lo bastante lejos como para que no haya oportunidad de algún posible encuentro con alguien que Sam haya enviado lejos de la reserva. —

—¿Y dejar a Elina sola? —dijo Rosalie.

—¿Qué? ¿Nosotros estamos pintados? —pregunto Jacob.

—No puedes pelear con tus hermanos, Jacob. —dijo Carlisle serio.

—No digo que sea sencillo, pero seré capaz de detenerlos si vienen a lastimarla. —

—No quiero decir que no seas capaz de enfrentarte a ellos, si no que sería un grave error. No podría tener eso en mi conciencia. —dijo Carlisle.

—El peso caería solo en mí, doctor, y lo puedo soportar sin problemas. —contesto Jacob. —Además dudo que dividir en dos el grupo sea la mejor estrategia. —

—Tenemos varios dones que pondrán las cosas parejas. —dijo Carlisle. —Si Edward es uno de los tres cazadores, podría darnos unos kilómetros de seguridad. —

Jacob y Carlisle voltearon a ver a mi esposo, que solo hiso una mueca y se acercó más a mí.

—Estoy seguro de que hay otros caminos. —dijo rápidamente Carlisle al ver que Edward no tenía la intención de separarse de mí. —Alice podrá saber que rutas podemos tomar. —

—Sera sencillo, solo no tomaremos las rutas que desaparezcan de la visión. —dijo Alice.

—Está bien—acepto Jacob. —Está decidido. Me limitaré a ir por mí cuenta. Seth, te espero de regreso al anochecer para que puedas dormir un poco, ¿Bien? —

—Claro, Jake, cambiaré de fase en cuanto me haya terminado esto. A menos que...—dudo un poco y después me miro. —¿Me necesitas? —me pregunto.

—Tiene mantas —dijo jacob.

—Estoy bien, Seth, gracias —dije.

Esme regresó rápidamente. Traía un plato cubierto en las manos. Paro un poco indecisa al llegar junto a Carlisle y miro a Jacob dándole el plato con timidez.

—Soy consciente de que la idea de comer aquí te resulta poco apetecible, Jacob, dado que el olor no es de tu agrado. —dijo Esme. —Pero me sentiría mucho mejor si te llevaras algo de comida cuando te fueras. Estoy al tanto de que no puedes volver a casa por nuestra culpa. Por favor, alivia un poco mi remordimiento. Acepta algo de comer. —

Le paso el plato con una mirada de súplica.

—Eh…sí, sí. —murmuro. —Supongo que tal vez Leah tenga algo de hambre y eso... —

Tomo el plato y lo sostuvo con una mano manteniéndolo lo más lejos posible.

—Gracias, Jacob. —dijo Esme con una sonrisa.

—Eh…de nada. —dijo este.

—¿Vas a volver luego, Jake? —pregunte.

—Puede que sí. —me contesto.

—¿Jacob? —lo llamó Esme. Retrocedió hacia la puerta mientras ella se acercaba a él. —He dejado una cesta de ropa en el porche. Es para Leah. Las prendas están recién lavadas y he procurado tocarlas lo menos posible, ¿Te importaría llevársela? —

—Enseguida —murmuro y salió de la casa casi corriendo.

Voltee a ver a Edward el cual se miraba más feliz, y eso hacía que yo lo fuera. Le di un beso y sonreí al mismo tiempo que él.


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