Nuestro querido Arata daba la bienvenida a un nuevo día con la baba escurriendo de su boca, la cual caía sobre la suave almohada, y con sus pausados ronquidos; como el leve soplido de una flauta...
Arata era el tipo de persona que era perezosa por naturaleza, él lloriquearía como nena si alguna vez se viera obligado a dejar la cama a la que tanto amaba y la cual parecía estar atado como un coala.
No era una persona madrugadora, él adoraba estar en los cómodos brazos de Morfeo, preferiría dormir todo el día si tuviera la posibilidad, estaría tendido en la cama haciendo nada, esa es una buena vida, pero la apestosa vida lo odiaba ¡Hump!..
*Bipp, bipp*-sonido de alarma.
"Zzzz..."-sonido de dormir.
*Bipp, bipp*
"Zzzz..."
"Bipp, bipp...*
"¡Grrr!, ¡cállate!" Malhumorado Arata se levantó con brusquedad de la cama, agarró el despertador y lo aventó con fuerza contra la pared, haciéndolo pedazos. Luego con una sonrisa victoriosa se volvió y se aventó sobre la cama a dormir nuevamente...
Luego de estar dando vueltas y vueltas en la cama, enojado y frustrado pataleó al aire, parecía un niño berrinchudo que creaba problemas por no obtener lo que quería.
Pero después de unos segundos de rodar frustrado, dió un brinco y ensanchó los ojos.
"¡Hoy es el día! ¡Hoy es el día!", Arata exclamó con júbilo.
Con entusiasmo Arata se levantó, estiró sus articulaciones creando un leve sonido de crujido, entumeciendo un poco su cuerpo, pero sin importarle un carajo, rápidamente corrió hacia el baño.
¿Qué era lo que tenía al joven Arata de este modo tan especial?, pues tal entusiasmo parecía irracional. No queremos decir que nuestro Arata es bipolar, ¿cierto...? Así que, si, había una razón más profunda del porqué estaba tan entusiasmado.
Para empezar, hoy oficialmente el juego Yggdrasil llegaba a su fin, por lo tanto, la historia de Overlord comenzaba a partir de este día. Quizás si el conocedor de dicha notica fuera cualquier otro jugador este estaría triste en vez de alegre, lo normal, pero para Arata esto no era así.
Sabía que al pasar tantas horas, días, e incluso años jugando un juego que echó a perder el futuro de los jóvenes, mejor dicho, dedicando una buena parte de tu vida a jugar, al final quieras o no quieras terminarás agarrándole un poco de cariño siquiera.
Arata no podía negar este hecho, ya que él también le agarró cierto cariño al juego, pero el sentimiento de estasis que ocasionaba saber que tras su cierre podría tener su tan anhelada historia Isekai era mucho más grande que el poco cariño que le tenía.
Así que perdón, pero él, Arata, creía firmemente que de la desgracia se puede recoger abundantes frutos, clara muestra era el cierre del juego.
"Hahaha", tontamente se rió Arata mientras se lavaba los dientes con prisa, después de haber orinado y hecho sus necesidades mañaneras.
Después de terminar de lavarse los dientes, rápidamente se enjuagó la boca y escupió la espuma dental sobre el lavamanos.
Luego de terminar de hacer esto, aún en pijamas y con el cabello parecido a todo un matorral y con los pies descalzos como Flash corrió hacia la puerta de su cuarto. La abrió y se tendió a correr apresuradamente hacia el pasillo que aparentaba ser interminable.
Mientras bajaba descuidadamente por la escaleras, sin ser consciente de lo peligroso que podría ser esta acción, fue abruptamente detenido por la voz de una mujer, deteniendo por un momento su ensoñación.
"Cariño camina con cuidado", regañó suavemente una mujer de unos sesenta años, viendo a su hijo bajar las escaleras con total descuido; lo cual podría ocasionar un accidente.
"Perdón, madre", respondió Arata mientras se rascaba la cabeza un poco avergonzado.
Sumi negó con la cabeza, estaba un poco divertida por las acciones de su hijo. Dejando pasar aquello, preguntó y regañó de nuevo, con preocupación en su voz...
"¿Qué haces despierto a estas horas? Apenas son las cuatro y media de la madrugada, deberías descansar más".
Sumí conocía muy bien a su hijo, Arata no era el tipo de persona muy trabajadora que digamos, por lo que, verlo despierto a tan temprana hora era algo raro, algo especial debería estar pasando como para sacar a su perezoso hijo de la cama.
Arata al escuchar sus palabras impregnadas de cariño y preocupación, solo pudo decir mientras creaba una excusa barata con la cual eludir la verdadera razón de su despertar temprano.
"Lo sé mamá, solo tenía un poco de hambre".
"Entonces ven, siéntate en la mesa. Come conmigo ya que estas despierto y hambriento. Es raro que tengamos tiempo para comer juntos" Al oír a Arata decir que tenia hambre, Sumi con una cálida sonrisa lo instó a comer junto a ella.
Arata en su posición se movió un poco incómodo al sentir el cálido calor de la preocupación en su corazón.
Si bien es cierto que casi nunca veía a la mujer que ahora era su madre, no se puede negar el hecho de que ella siempre intentaba encontrar algún tiempo libre entre su apretada agenda solo para estar con él, aunque sea por un corto tiempo. Siempre que la miraba ella demostraba que realmente se preocupaba por él y que lo amaba.
Arata no tenía un corazón de piedra, así que no pudo evitar sentirse conmovido por el genuino aprecio y amor que la mujer tenía hacia él.
Pensando en esto, Arata se sintió un poco triste, Sumi era una gran mujer, se veía que amaba a su hijo con total sinceridad. Si bien es cierto que no compartía tanto tiempo con él, no era porque no quiera, sino por la simple razón de que no podía. Y sin embargo, ella lo intentaba, que es lo que importaba.
Interiormente Arata soltó un suspiro y no pudo evitar sentirse aún más triste, él no era su verdadero hijo, lo veas como lo veas, él no podría acompañar a la señora durante su vejez, pues tenía otros planes. Arata no era más que un sustituto, un farsante, ocupó el cuerpo de otra persona, se le dió todo y sin embargo pronto se iría de este mundo, dejando a la pobre mujer desconsolada.
Pensando todo esto, la anterior inmensa alegría de Arata se vió opacada por mucho, pero rápidamente despejó estos pensamientos, y dijo con una media sonrisa en sus labios.
"¡Claro, mamá!"
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