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78.61% VIGGO / Chapter 261: Guerra y Fortuna 2.255

章節 261: Guerra y Fortuna 2.255

El día en que Scheherezade daría a luz también estaba próximo, pero Viggo continuaba realizando sus trabajos, ya sea como padre, artesano, guerrero, investigador de la magia junto con Rosewisse o capitán de la familia Bishamon. Sin embargo, llego a un punto en donde solo se quedaba mirando los entrenamientos y solo reaccionaba para ayudar a los aventureros de la familia cuando estaban en un apuro.

En estos momentos la familia Bishamon estaba en el piso diez del calabozo, Siegfried y su hermana Erika, vestidos con armaduras metálicas pintadas de blanco eran la vanguardia con enormes espadones. De cerca los seguía Ana para lanzar veloces y letales ataques con sus dagas duales. Por último, Sakura estaba en la retaguardia cuidando del entorno, prestando soporte con sus flechas y avisando al grupo para que continuaran o se replegaran de ser necesario.

Un poco más atrás de Sakura estaba Viggo, de pie, al lado de una mujer con una túnica negra que la cubría de la cabeza a los pies. Solo había una cosa distintiva en ella, una máscara de plata. Aquella mujer no era otra que Alfia, quien mantenía su identidad oculta esperando un mejor momento para revelarse. Se supone que ella estaba dentro del grupo de personas que debió morir junto con los capitanes de la familia Hera, así que, si alguien la encontraba, el caudal de preguntas no tendría fin.

—Estorbas— dijo Alfia con la máscara de plata sofocando su voz

Viggo la miró hacia un lado, hoy él iba con el torso desnudo, cinturón con cabeza de león y túnica roja que le cubría desde la cintura a las rodillas. Viggo enfoco su mirada en aquella máscara de plata y en especial en los orificios de los ojos que revelaban ojos de diferentes colores: verde el derecho y gris el izquierdo.

—¿A qué te refieres?— preguntó Viggo con voz gruesa y seria

—Cuando digo que estorbas, es que estorbas— respondió Alfia cruzándose de brazos y mirando hacia adelante, donde los otros aventureros de la familia Bishamon, a la cual la había sido obligado a unirse, luchaban. Todo por culpa del monstruo pelirrojo que estaba a su lado —ni siquiera prestas atención a tus esposas o a los otros ¿De qué sirve que el capitán este presente si no hace nada? Deberías ir a ver lo que tengas que hacer—

Viggo mantuvo la tranquilidad, miró hacia adelante y vio a Sigfried y su hermana resistiendo el ataque de dos orcos mientras Ana lanzaba poderosos cortes desde la espalda de los monstruos. Los orcos caían uno detrás de otro al mismo tiempo que la formación de los aventureros se iba reestructurando y adaptando a la situación.

—Sí— dijo Viggo —tienes razón, te lo encargo—

—¿Eh?— respondió Alfia, ella solo lo decía para molestarlo, pero nunca espero que él se lo tomara en serio —espera—

Viggo se iba a dar la vuelta para volver, pero se giró y miró a la mujer de la túnica y la máscara de plata —¿Qué sucede?— preguntó —eres un nivel 7, no creo que nada en los próximos veinte pisos te pueda hacer algo. Hazme un favor y guía a los muchachos. En estos momentos tengo la cabeza en otra parte—

—Entiendo— dijo Alfia en un tono molesto —eres un hombre descarado, no importa el tiempo que pase—

Viggo soltó una risita y camino por el piso cubierto de niebla a la superficie. Una vez que él salió a la superficie camino por las calles mirando a los transeúntes; aventureros, civiles y guardias de la ciudad. Puestos de comida que ofrecían de todo y a veces se unían para cubrían cuadras completas. Nada de eso le importó mucho a Viggo, pero sentía que algo estaba extraño. Viggo continúo caminando hasta que llego a la calle ancha que antecedía a la mansión blanca con las cupulas azules. Al lado izquierdo de la mansión había una casa de dos pisos que funcionaba como vivienda de la familia Bishamon. Dos pisos, amplia, con un gran patio, fachada blanca, grandes ventanales y rodeada por una reja metálica.

En la entrada había un hombre, el más raro y con la ropa más extraña que pudiera haber visto. Llevaba un sombrero blanco con rayas verdes, un haori verde oscuro y sandalias de madera. Por debajo de ese sombrero se veía unos cabellos rubios y una piel clara. Aquella persona sostenía un bastón de madera mientras llevaba las manos a los lados de su boca y gritaba llamando a alguien, pero parece que no había nadie en casa.

Viggo cruzo la calle y se acercó a la persona frente a la casa de la familia Bishamon —Disculpe—

Aquella persona se dio la vuelta y lo miró. Era un hombre adulto, rubio, vestía un samue verde pasto para trabajos generales que también utilizaban los monjes del Lejano Oriente.

—Yaaaa— dijo el hombre a modo de saludo con una gran sonrisa en los labios, pero gracias su sombrero y la inclinación, sus ojos quedaban ocultos —amigo, eres justo la persona que estaba buscando—

—¿A mí?—

Aquella persona con el hakama y el samue por debajo metió su mano por dentro del hakama y saco un abanico de papel para abanicarse la cara —sí, verás, una mujer amable vestida de monja me hablo de ti—

—¿Kiara?— preguntó Viggo frunciendo el ceño. Kiara no le hablaría a cualquiera de Viggo porque sí y si lo hacía, aquella persona no era normal. Viggo se concentró en este hombre rubio, con sombrero, hakama y samue por debajo. No emitía una presencia normal. Era como un vacío insondable, pero no provocaba vértigo o miedo. Si no que tenía algo que lo hacía sentir tranquilo, como cuando Viggo entraba en meditación.

—Sí, sí, se llama Kiara, al menos ahora. Oooh, eso me recuerda, puedes llamarme Kisuke. A ustedes los humanos les cuesta decir nuestros nombres. Bueno, no tienen las cuerdas bocales necesarias—

—¿Qué quieres, Kisuke?— preguntó Viggo entrecerrando los ojos. Alguien como Kiara podría pensar en Viggo y deformarlo hasta convertirlo en arena. No era un buen momento para que ella o Xiao no estuvieran.

—Nada tan difícil, solo algunos de tus hijos—

Viggo se quedó en blanco, un pitido sonó en su oído. Pudo escuchar su corazón latiendo con fuerza. Le dio la sensación de que el mundo se congelo y el aire se estancó. Sin pensarlo dos veces hizo aparecer las espadas del caos en sus manos con las cadenas envolviéndose en sus antebrazos. Levantó la espada derecha con una hoja de veinte centímetros de ancho por sesenta de largo. El ojo del guardamano con cabeza de demonio emitió un brillo ígneo y la hoja envuelta en terrible fuego. Viggo apunto al primordial frente a él, pero aquella nefasta criatura sonreía tranquila mientras se abanicaba la cara con el abanico de papel blanco.

—Bueno, bueno, bueno, tranquilo, no he venido a luchar contigo— dijo Kisuke, cerró el abanico en un solo movimiento y elimino la sonrisa de su rostro. Después llevo su mano a su sombrero como si agachara su mirada y dijo en un tono de voz serio —¿acaso no eres uno de los favorecidos por Kiara, la madre de los mil retoños? ¿Qué tiene de malo que yo quiera ayudar a tus hijos? ¿No creo que sea un mal trato?—

Viggo lo sabía, aquella persona no quería luchar, era como Kiara o Xiao, con el pensamiento lo podía volver arena. Sus armas hechas por su padre, aunque poderosas, no podían alcanzar a los primordiales. Aquellas existencias eran como Kisuke, eterno e inmutable y si algún día morían, nadie estaría vivo para ver dicho espectáculo porque todo habría muerto antes que ellos.

—No es un mal trato— dijo Viggo desvaneciendo el fuego de la hoja y bajando la espada —me siento feliz por haber sido amado por Kiara. Sin embargo, si ha habido malos entendido es por tu culpa. Aprende a expresarte mejor, los mortales nos tomamos muy en serio algunas palabras—

—Bueno, todo es mi culpa, tranquilo, no te lo tomes en serio— dijo Kisuke con una amplia sonrisa y levantando su rostro como si toda la seriedad nunca hubiera existido. Abrió el abanico de papel blanco y volvió a abanicarse en un gesto despreocupado —pensé que me atacarías, eso dio miedo, mucho miedo—

—¿Te estas burlando de mí?—

—Para nada amigo mío, me diste miedo, mucho miedo—

Viggo tomo una profunda respiración y miró los alrededores. Había una calle amplia antes de su casa, nadie transitaba por su vereda, pero por la vereda del frente había muchas personas. Todos se quedaron viendo como él apuntaba sus armas a aquel extranjero.

Kisuke chasqueo los dedos y al instante aparecieron Xiao y Kiara a los lados de Viggo —¿Ven que no fue para tanto? Podemos ser buenos amigos— dijo de forma despreocupada

Viggo miró lleno de incredulidad a Kiara y Xiao. Ella con sus ropas de monja mientras que él vistiendo la bata china de color negro. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue la mirada de preocupación que le dirigían a Kisuke. Ellos ni siquiera le dijeron algo Viggo, solo estaban mirando a Kisuke mientras este último sonreía de muy buen humor mientras se abanicaba.

—Te dijimos que estaba fuera de discusiones— dijo Kiara con su rostro ovalado y enmarcado por el velo blanco de monja. Ella frunció el ceño y añadió —vete, Viggo está fuera de todas las posibilidades—

—Vamos, vamos— dijo Kisuke, con un tono desenfadado mientras cerraba el abanico y lo guardaba dentro de su hakama —no seas tan seria. Además, no vengo por él "Kiara", son sus hijos, son interesantes ¿Qué quieres que te diga?— llevó su mano su sombrero y agacho la mirada oscureciendo su rostro. Entonces su voz se volvió a tornar seria y añadió —después de todo, una distorsión tan grande del destino no puede ser ignorada. Me preguntó si Hastur bajara para tener una buena conversación con Viggo— Kisuke se quitó el sombrero blanco con rayas verdes y miró a Kiara, Viggo y Xiao revelando un cabello rubio, descuidado y una mirada aguda —en ese momento necesitaran manos para detenerlo ¿No creen que mientras seamos más, es mejor?—

—¿De qué se trata esto, Kiara, Abuelo?— preguntó Viggo desvaneciendo las espadas del caos del mundo físico y guardándolas en su alma —¿Por qué está persona quiere a mis hijos?—

—Nada tan serio, Viggo— dijo Kisuke —pasa lo mismo que contigo. Todos tomamos almas y las criamos para hacer de ellos campeones. Tenemos un propósito, un trabajito pendiente, ya ves, no podemos hacerlo todo por nuestra cuenta, así que preparamos algunas personas para que nos ayuden ¿Cierto "Kiara", "Xiao"?—

—Un mocoso como tú no debería ser tan insolente con sus mayores— dijo Xiao el ceño fruncido

—Por eso mismo soy insolente. Yo y mi hermano vinimos al mundo deformado por ustedes, las criaturas más locas de toda la existencia. Eso me hace mejor que tú, detuve a mi hermano y ordené su destrucción ¿Puedes decir lo mismo, "Acechador de la oscuridad"?—

Kiara tomo una profunda respiración, miró a Viggo, después miró a Kisuke. Ella se cruzó de brazos realzando sus senos y dijo –"Kisuke" tenemos reglas, no digas cosas que pueden ser malinterpretadas y no nos llames por los viejos nombres. Sabemos quiénes fuimos, pero hemos decidido intentar nuevas formas. Lo aprendimos de los jóvenes como tú, pero eso no justifica que nos faltes al respeto—

—Mil disculpas, señora— dijo Kisuke agachando la cabeza en un gesto simple

—Bien, bueno— dijo Kiara soltando un respiro. Ella miró a Xiao y añadió —Xiao, no sacas nada de ponerte a la defensiva. Este muchacho tiene el control, no sacamos nada con luchar. Será mejor que hablemos si no queremos que todo el esfuerzo sea en vano—

Sin embargo, antes de que ella pudiera decir algo apareció un elfo de cabello blanco, corrió con todas sus fuerzas empuñando dos lanzas negras que nadie le había obligado a usar en toda su vida y apuñalo con Kisuke con ambas. Lo levantó en el aire, dejo que la sangre cayera y después saltó y cayó empujando el cuerpo y lanzas hacia abajo.

La gente que miraba el espectáculo grito horrorizada y salió corriendo. Viggo, Kiara y Xiao quedaron congelados por un momento. Vieron a Kain alejarse de las lanzas y el cuerpo de Kisuke. Su mirada era furiosa y terrible, de su anillo saco más armas, todas las que pudo y apuñalo tantas veces a Kisuke que su cuerpo quedó irreconocible.


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