-Narra Kenny-
Me pregunto cuándo fue que comencé a sentirme así. Hundido en un desamor melancólico. Muchas veces me dije que haberlo conocido era el destino. Él para mí es alguien a quien seguir, quien admirar, es mi amado omega.
Nunca vería a nadie como él, una persona que vence a su propio género, tan fuerte como un relámpago, me provocaba el mismo estremecimiento cuando le veía. Mi corazón se agitaba tanto que apenas podía hablar, por lo que terminaba diciendo un montón de tonterías en frente suyo, que me avergonzaban.
Debido a mi procedencia, una vez intentaron secuestrarme cuando era un niño. Sin embargo, él me salvó. Derribó aquellos hombres que me intimidaron. Y por tal acontecimiento él se convirtió en mi superhéroe.
—¿Hey, estás bien?—
Desde entonces, esperaba todos los días en aquella plaza solo para verle y todos los días se quedaba hablando conmigo. Por primera vez no me sentí solo, tenía a donde ir cuando mi casa estaba deshabitada. Y quería toda la atención del mundo por su parte, pero no era así.
—¡Eli...!— Me alegré al verlo salir de la escuela, pero vi que no venía solo.
—¡Ahaja! Ya te irá mejor la próxima vez— Él estaba riendo al lado de un chico un poco mayor.
—¿Cómo es posible que sepas mi materia cuando ni vas a una escuela mixta?—
—Estudio por mi cuenta— Elián le quitó el libro al pelinegro.
—¡Vamos, imagina que es una guerra! Linfocito T tiene la metralleta, y Linfocito B tiene la munición. Acabo de resumirte tres párrafos— Le tiró el libro de vuelta.
—¡Me costó una hora entender eso!—
—Deberías aprenderte el proceso ¿Sabes?— El chico suspiró.
Claro, no debió sorprenderme, Elián conoce a más personas y yo no soy el único en su vida. ¿Qué era ese vacío que sentía? Me provocaba enojo.
Me dediqué a observar a Elián cuando podía. Cuando entré a secundaria, veía al rubio llegar todos los días de su trabajo, y aguardaba en los columpios.
—¿Otra vez aquí?— Me levanté a saludarlo.
—¡Eli! ¿A tí te gustan los chocolates?—
—Claro... ¿A quién no?— Respondió.
—¡Te traeré un poco la próxima vez!—
—Ahaja, te esfuerzas bastante. ¿Aún no te aburres de mí?— Él movió mi gorra hacia adelante. —Se ve mejor así—
Agaché la cabeza, me ponía nervioso. —¿Cómo te fue el día de hoy?—
—Fue agotador— Suspiró, se veía desganado. —¿No tienes tarea o algo así?—
—Sí, pero no me interesa—
—¿Qué? No digas eso— Regañó. —Los chicos listos son geniales—
—¿En serio?— Lo miré.
—Por supuesto, son capaces de decirte cosas impresionantes— Sonrió.
—Entonces, estudiaré y me haré muy inteligente— Él dió palmadas en mi hombro.
—Qué lindo, estudia bien, y no te frustres. Puedes pedirme ayuda si lo necesitas— Lo vi irse. Ya me había acostumbrado a ello.
Cuando mi padre me obligó a mudarme quedé devastado en la tristeza. Fue cuando llegué a otro país que quise empezar a cambiar. Viví mucho tiempo en Rusia y en Canadá. En Rusia aprendí sobre el valor de la cocina, para ellos es sagrada. Sin embargo, no me acostumbré mucho a las personas, no hablaban mucho y en general pasaba solo. Canadá era más divertido en ese sentido. Sin embargo, mi personalidad se fue apagando poco a poco. Ya me costaba expresarme antes, y me avergonzaba de las cosas que respondía, así que era mejor no hablar. Francia no fue una grata convivencia. No soportaba la cercanía que te daban las personas en comparación a los otros lugares en los que viví. Y lo peor es que en Francia fui víctima de unos bravucones.
—¿Es el niño extranjero? Es tan raro que ni siquiera saluda. ¿O es por qué no sabes el idioma?— A ellos les molestó mi tímida actitud.
Muchas veces tomaron mis libros y los rompieron en los pasillos, también me acosaban en los recreos, y obviamente no terminó bien. Los golpeé y me suspendieron. Probablemente, Eli hubiera encontrado una forma más racional de combatir contra esos tipos, pero fue lo único que se me ocurrió, además tenía que devolvérselas.
Todos los días, en mi dormitorio, miraba el atardecer, preguntándome si Elián estaría viendo el mismo cielo que yo. Probablemente odiándome, por lo que hice antes de irme. Fue la peor despedida de la historia. Y le pedía perdón cada noche a las estrellas. Y al dormir observaba la medalla de atletismo que me regaló. Elián es tan impresionante. Así que cambiaría por él. Primero aprendería a controlar mejor mis emociones, sacaría las mejores notas y me entrenaría.
Al principio, no logré acostumbrarme, pero organizando mi tiempo dejé de hacer el vago con los meses. Incluso, crecí 15 centímetros en dos años. Todo gracias a mi esfuerzo. A Elián les gusta los chicos altos e intelectuales, así que la próxima vez que lo viera tenía que caer por mí sí o sí.
Muchas veces, soñaba con él. Llegaba a verlo siempre en diferentes situaciones, enseñándome alguna cosa, recordando sus palabras y mezclando imágenes olvidadas. Los recuerdos que tenía de él se sobreponían en mis sueños.
Los únicos sueños que eran causados por mis más primitivos deseos eran los sueños húmedos. Y a los 17 estaba sobre explotado en lujuria. No evitaba masturbarme pensando en él. Si él supiera... ¿Se decepcionaría de mí?
Un día, mi papá pidió verme, me dijo que me presentaría a una persona importante y pensaba que era una buena idea casarme con esa persona. Yo no estaba de acuerdo, sin embargo decir que no podía aceptar el compromiso debido a mi amor por Elián era estúpido. Ni siquiera sabía algo de él.
—¿Recuerdas a tu primo Erick? Empezó como modelo desde niño, y tiene tu misma edad. Además tiene una hormona omega—
—¿Qué significa eso?— Pregunté.
—Que es un sub alpha, aquellos alphas, que al igual que las mujeres alphas, si reciben el mismo rol de un omega pueden llegar a dar a luz hijos. Son un caso extraño entre los hombres alpha— Explicó. —Tú eres un alpha dominante, por lo que podrás ayudar al cambio de su cuerpo. ¿Sabes lo impresionante que son estos estudios recientes? ¡Al parecer con los betas sucede lo mismo! Hubieron casos de genes omegas y alphas en algunos. Algunos piensan que si se indaga más es posible cambiar el género de alguien— Suena peligroso. —De todos modos. ¿Por qué no le das una oportunidad a Erick?—
—Bueno, no tengo alternativa—
—Puede que te agrade, no malentiendas con que te estoy forzando— Yo asentí.
Erick era del tipo bromista que no le importaba meterse en problemas, lo que más me molestaba de él era lo codicioso que llegaba a ser. Me gustaba que fuera risueño, pero creo que era singularmente eufórico.
—¿Entonces, esta es tu escuela?— Dijo en su primer día.
—Sí— Lo peor, es que se hizo amigo del grupo que me molestaba. Al principio, no pensé nada específico de él. Solo era alguien con quien hablar formalmente.
Una vez, se le subió una extraña idea. —¿Alguna vez has tenido sexo?—
—¿Qué? ¿Por qué preguntas?—
—Estamos comprometidos. ¿No es normal que lo piense?— Todavía no me acostumbraba a ello. —¿Te gustaría hacerlo?— Él me arrastró a la habitación. Me besó, y me dejé llevar, porque estaba un poco frustrado, y a decir verdad, era mejor tener experiencia en estas cosas. Pero, cuando llegamos a la parte más importante. —¿Qué pasa con tu polla...?— Se impresionó demasiado con el tamaño. —¡Wha, que miedo! ¿Sabes qué? Olvídalo— Y así mi erección se fue al carajo.
—¿Qué sucedió con todo ese entusiasmo?— Fruncí el ceño, y me coloqué bien los pantalones.
—En realidad solo pensaba involucrarme contigo porque eres el cabeza de la familia... Pero, definitivamente no puedo cumplir con el hecho de que alguien más me lo haga... Pensé en darle una oportunidad a lo nuestro, pero no lo haré con ese monstruo.— Su mueca fue desagradable.
—¿Solo aceptaste el compromiso por eso?—
—Igualmente podemos hacer un trato. Nos casamos, pero solo será algo para nuestra imagen. Debido a mi fama tampoco puedo casarme con cualquiera— Dijo.
—Fuera... ¡Fuera de mi habitación!—
—¿Qué? Pero, es un buen trato, podrás follar a los omegas que quieras y no lo sabrán—.
—¡Dije que largo!— Le cerré la puerta. Me senté sobre el escritorio y miré el cielo azul por la ventana. ¡Es un maldito imbécil! No puedo creer que haya dejado que me besara. De recordarlo me dan nauseas. Cancelaré mi compromiso con ese estúpido. Ahora le puedo decir a mi papá que alguien como él no está a la altura, o lo que sea.
Esa noche quería dar por hecho que no me casaría con mi tonto primo. Por lo que me acerqué a papá. Cuando vi algo curioso en la portada de la revista que leía. —¿Qué es esa revista?—
—Es una revista de estrellas y nombres reconocidos. Siempre me encuentro algo de los Rosset aquí—
—¿De los Rosset?—
—Brayan, el presidente de la compañía de los Rosset, era mi amigo— Explicó —Pero, ahora es un enemigo del mercado.— Me acerqué a ver la revista. Y vi a Elián en ella.
—¿Él es...?—
—Elián Rosset, el hijo menor del presidente. Es un omega bastante codiciado, sin embargo parece que no ha aceptado ninguna propuesta.— Dijo. —Puedes ver los perfiles de las familias con renombre aquí. También sale su hermano, pero no se dice mucho del vicepresidente. En cambio, el de al medio, causa un montón de escándalos con actrices y actores. Al parecer se mete con todo el que le traiga algo bueno— Chismeó.
—¿Por qué no mejor me caso con alguien como Elián?—
—¡AHAJAJA!— Carcajeó. —¡Qué buen chiste! Ahaja... ¿Era una broma, verdad?—
—No voy a casarme con Erick, es jodidamente irritante—
—Pero, ya hice oficial su matrimonio— Cambió la página hasta en la que aparecía él.
"El modelo Erick Sanz, quien es la imagen de su familia, se ha comprometido con su primo, el próximo heredero de la familia Sanz..."
—¡Papá!— Me enfadé. —¡Ahg!— Me encerré de un portazo en mi habitación.
Al final, Erick fue quién nos llevó a la quiebra, debido a que lo pillaron secuestrando omegas para darse placer. Fue una situación horrible. Los encerró en su sótano, y a pesar de que estaban en buenas condiciones, no significaba que podía simplemente tomarlos porque los vió en la calles. Muchos betas y omegas que iban a nuestros restaurantes dejaron de ir, ya que Erick era la imagen principal de nuestra línea comercial. Nuestros ingresos se fueron abajo, y tuvimos que cerrar los restaurantes. Por suerte, papá tenía en su cuenta ahorros, así que podíamos subsistir hasta que yo me estableciera. Y nunca más volví a ver a Erick, el fuego se apagó de un día a otro.
—Hey, papá... Siempre me lo he preguntado. ¿Por qué te casaste con mamá si iban a durar nada?— Miré la fotografía donde salíamos los tres, es una de las pocas veces en que aparecía con mi mamá.
—Supongo que es porque su apariencia me recordaba a los buenos tiempos—
—Qué superficial—
—Tal vez teníamos eso en común. Yo la escogí porque me recordaba a un antiguo amor y ella solo quería mi dinero— Relató.
—Eso suena tan triste— No expresé emoción.
—Tú no estás nada afectado por nuestra separación— Rió un poco.
—Estaban mejor separados que juntos, además desde un principio fuiste tú quien siempre me cuidó, y la nana— Dije.
—Me haces feliz, hijo— Me desordenó el pelo. —Ojalá puedas ser feliz con la persona que ames. No estaría mal que conocieras a tu compañero destinado—
—También me gustaría—
Continué esforzándome para ser alguien digno de Elián, no podía quedarme atrás. A los 19 recién creí haber logrado mi objetivo. Me deshací de mi ropa, y compré una nueva, más formal y ordenada, además de cortarme el pelo. Imité el peinado hacia el lado que llevaba ese chico pelinegro que solía acompañar a Elián.
Luego, la oportunidad simplemente se me presentó. Oí a mi papá gritarle a alguien en la puerta. —¡No! ¿Qué piensas viniendo después de todos estos años?— Vi que mi mamá era la fuente de el enfado de papá.
—¡Hijo!— Hizo a un lado a mi papá y me abrazó. —¡Haz crecido mucho! Quiero que vengas conmigo— Yo alcé las cejas. —¡Ven conmigo, y consigamos la herencia de los Rosset!— Me mostró el anillo de su mano. —Necesito a un alpha joven para enamorar al heredero de la familia.— Entré en confusión.
—¿El vicepresidente de la compañía, Cyer Rosset?—
—¡No! ¡El omega, Elián Rosset!— Me mostró la revista. —Se corre el rumor que le dejó todas sus propiedades y bienes a él. Y ahora que caíste en quiebra y tendrás que olvidarte de los lujos... ¿Qué dices? ¿No te parece lindo?— Miré la portada de la revista.
—¿Qué estupideces dices, Anna?—
—Iré— Dije.
—¿Qué?— Mi papá casi pierde el equilibrio.
—¡Yei! Sabía que podía confiar en mi hijo—.
—¡Espera, necesito una conversación a solas con mi hijo!— Mi papá me arrastró a otro cuarto. —¿Estás loco? ¿Vas a irte con tu madre? ¡Hijo, si es por dinero, yo ya veré una forma!—
—No, no es eso papá. Esta es mi oportunidad. Mi oportunidad de reencontrarme con él...—.
—¿Con él? ¿Con quién, Leo?— Preguntó.
—Con Eli... Yo conozco a Elián... Nos conocimos hace 5 años aproximadamente. ¡Y papá, yo en serio necesito ir a buscarlo!— Mi padre no sabía que hacer. Miró la fotografía de nosotros tres y observó por la ventana. —Si vas te encontrarás con una terrible tormenta. Tan fría y escalofriante que nadie te ayudará, todos estarán ocupados cuidándose a ellos mismos. Tendrás que caminar hacia los rayos, que sepertarán chispas. ¿Aún así quieres ir? ¿Aunque tengas que atravesar los truenos?—
—Sí, sé que seré capaz de atravesar el trueno y hacerlo mió.—
—Entonces, empaca tus cosas y vete... Y recuerda, si no funciona, o si necesitas escapar de ese lugar, vuelve a Canadá. El mundo es gigante, pero tiene pocas rutas— Aconsejó.
—Sí, gracias, papá— Reuní lo más importante y me fui con mi mamá.
Ella me presentó a Brayan, el padre de Elián. Se parecían en el color de cabello y ojos. En lo demás ni siquiera se asemejaban.
—Hijo, él es mi nuevo esposo. Nos casamos el mes pasado—
—Tu madre me ha contado mucho de tí— Me extendió la mano. —Puedes llamarme padre desde ahora. Vendrás a vivir a la mansión. Allí se te darán todas las comodidas que necesites—
—Nosotros no estaremos en casa a menudo. Pero, ahí estará Elián, mi hijo menor, es un omega dominante, así que cuídalo. Confío en tí para esa tarea.—
—Muchas gracias por la bienvenida—
—No es nada, ya eres parte de la familia. Además creo que podrías ser un buen candidato— Me sorprendió.
—¿Candidato?—
—Para casarte con mi hijo. Hasta el momento, ninguno de sus pretendientes ha logrado que acepte. Pero, ya está en sus 25 así que no podrá seguir corriendo.— Sacó una risilla terrorífica.
Vaya, parece que si convenzco a este tipo, tendré mi puesto asegurado. No, no está bien forzar a Elián. Él debe aceptarme desde su corazón. Rearfimé a mí mismo. Me llevaron a la mansión Rosset. No se veía la casa desde la entrada, debe estar muy al fondo. Así que cuando la vi, analicé su construcción de estilo moderno. ¿Viviré aquí con Elián? Sin embargo, este lugar se veía algo frívolo.
En la entrada los hijos de Brayan nos saludaron. Entre ellos, Elián. Con solo una mirada ya había caído por un flechazo. Me había vuelto a enamorar, de esa triste sonrisa, de esos ojos esperanzados y distantes. Y su figura, que ahora lucía pequeña para mí. Lo observé desde arriba. Él era alto para ser un omega, pero aún así le ganaba por mucho.
Viviendo con él, conocí a un Elián desconocido. Vi a su parte traviesa despertar. Jamás pensaría que él fuera capaz de tentarme. Probablemente, porque en mi imaginación él era puro e inocente, como un virgen. Sin embargo, no es para nada como eso. Si le gusta algo va hacia ello sin rodeos. Fue tan directo conmigo que perdía el control de todas mis acciones, olvidándome de la comunicación. Pero, su parte lasciva, me era aún más bella, comencé a enamorarme de un nuevo Elián a medida se alargó mi estadía. Ya sabía que Elián no le temía a nada, sin embargo, los omegas suelen asustarse ante las escencias abrumadoras, cosa que le ocurría al revés a Elián. Parecía gustarle mi escencia, incluso cuando me enojaba. Él parecía sentir un leve placer por el desborde de mis feromonas. Así me fui dando cuenta de que estabamos hechos el uno para el otro.
También, vi un rostro que jamás vi en él. Uno lleno de sus miedos, parecía caer cada día más en un vacío profundo. Tan profundo, que me atemorizaba tener que verlo desaperecer un día. Así que siempre lo escuchaba, ya que no soy muy bueno con las palabras, preferí oír sus quejas, sus temores, cada una de sus sombras, hasta que ya no tuviera nada de lo que huir y finalmente pudiera tomar su mano.
De algún modo había llegado tarde para eso. Elián ya tenía alguien a quien le gustaba. Un chico llamado Fred, un sub beta, el mismo tipo a quien le copié el peinado. Me puse muy celoso, llegué a perder los estribos y dañé a Elián. Así que hice todo para disculparme. No volvería a cometer otra estupidez. No importa que Elián no me amara si es feliz... ¿Pero, qué hay de mí? Yo no podía perder, había hecho tanto y pasado por tanto, para llegar hasta aquí. Hasta cambié por tí, Elián. ¿Acaso no lo ves?
No le dije que era Leo, quise presentarme como alguien nuevo, para convertirme en su ser perfecto. De algún modo lo logré. No obstante, él parecía preferir al lleno de defectos que escondía en mi interior. Lloraba por Leo. Estaba agradecido que aun pensara en mí. Lo único, odiaba verlo sufrir, por mi culpa... Pero, era peor verlo ser lastimado por alguien más. Muchas veces me quedé a dormir junto a él, a compensar sus penas, y repetía mil veces el nombre de ese beta. —Fred, Fred...— Me lo había aprendido de memoria de tanto oírlo. Me era insoportable, cada vez que pensaba en alguien más, algo me pinchaba el corazón. Se clavaba tan profundo que la soledad me calmaba.
¿Cómo haría para que Elián olvidara a ese chico? ¿Cómo hacer que no sufriera más? Hice un trato con Eli, de que sería su salida, y así fui ganándome su confianza poco a poco. Mis esfuerzos aún eran insuficientes. Aún corría al lado de Fred. Al principio realmente lo odiaba, pero a decir verdad, era un buen chico, no quería lastimar a Elián. Eso lo sabía, porque lo amaba tanto como yo. Podía ver su deseo ardiente por amarlo, me sentía completamente identificado con sus ojos. Aquellos ojos afilados por un color cielo, que intentaban apartarme, pero al final, se terminaba acobardando. Estoy seguro que si Fred hubiera sido tan solo un poco más valiente me hubiera quitado a Elián. Sabía que ese chico, a diferencia de mí, era admirable y cargaba con una gran cruz, además de tener una espada que le costaba balancear. Me daba tanta envidia, yo no tenía nada. Era como ver la diferencia entre un caballero y un principe. El caballero ganaría en una pelea. Por eso, si no hubiera retrocedido, si hubiera tenido más paciencia. Elián se hubiera quedado con Fred. A distancia podía ver que le gustaba mucho. Lamentablemente, yo no soy un caballero, si veo una ligera flaqueza en el otro, no dudaré en tomar lo que quiera. Así que cuando me percaté de la mínima vacilación de Elián, entré en acción. Creo que solo porque aproveché las oportunidades pude hacer que Elián me viera.
Eso creía, que él por fin había caído en mis redes. Sin embargo, estaba muy equivocado. Yo era una gran bestia para Elián y él un hábil cazador disparando directo a mi corazón. Así que la única manera de atesorar a Elián era acabar con la competencia del cazador. Me refiero, a los otros cazadores, a su familia. Elián quería desprenderse de esa carga, podía correr de quien quisiese, pero jamás de su familia. Así que lo mejor para él, es alguien con la suficiente estabilidad para convertirse en su familia. Yo no tenía que ganar a Elián, no tenía que competir por él. Solo tenía que acompañarlo. Cubrirlo de la lluvia con mi paraguas rojo. Echarme a su lado hasta que él se pudiera levantar. Comprendiendo aquello logré que Elián me amara. Solo tenía que amarlo hasta el punto que explotara con mi amor y viera los hermosos recuerdos que podíamos crear juntos.
Tan solo nosotros dos... O quizás uno más, o tres más dependiendo de que tanto quiera agrandar la familia Elián.
Hoy en día soy muy feliz cunpliendo mi sueño con la persona que he amado toda la vida.
—¿Verdaderamente está bien para tí?— Me cuestionó del otro lado de la puerta.
—Por su puesto, dijimos que íbamos a tener hijos, así que abre la puerta...— Ambos nos encontrábamos en celo. Y golpeaba la madera ansioso. —¡Eli! Me duele ahí abajo...— Él abrió lentamente.
—Kenny— Suspiró mi nombre y lo tiré contra la cama. Toda la ropa la mandé a volar y me vi decidido a ingresar dentro de él. Ya estaba bastante lubricado. —¡Ahh~!— Nunca me había sentido tan abrumado, y solo lo metí dentro de él. Su aroma era tan excesivo que me hacía perder la cabeza. Me nublaba todo el juicio. Sentía como gritaba debajo de mí, sus caderas se movían conmigo. Y se agarraba tiernamente a las sabanas. —¡Ahm! ¡Ah~! ¡Kenny, Kenny!— Lo dejé en cuatro, penetrando con más fuerzas. —¡AH♡!— Compartiamos el sudor sobre la cama. Elián se había venido un montón de veces por ambas partes, aunque más por su trasero. Estaba tan liso y suave dentro. Aún, así me apretaba apunto de estrujar mi verga. Lo tomé desde abajo, dándole la vuelta. Mirando su expresión excitante. Sus piernas se acomodaron sobre mis hombros y lo metí más velozmente.
Pronto mi conciencia se fue volviendo más salvaje. Recordaba pocas cosas de las que hice. Una fue morder la nuca de Elián y convertirlo en mi compañero de una vez por todas. La otra cosa que recuerdo es que nos anudamos.
—¡AHH ESTÁ CRECIENDO!— Gimió a todo volumen. Hasta a mí me dolió el proceso, pero mi cuerpo estaba asegurando el no dejar escapar a mi omega y así embarazarlo. Dejé salir mi semen por alrededor de un minuto. —¡Ah~! ¡Kenny!— Cayó rendido, al igual que yo.
Al despertar vi que Elián estaba lleno de marcas de chupetones y mordidas. Parece que me sobrepasé, en verdad fue una noche salvaje.
Un especial hecho del punto de vista de Kenny ¡Muchas gracias por las +5000 visitas!