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28.57% Tu camino / Chapter 2: Abducción 2

章節 2: Abducción 2

Cuando el niño abrió los ojos, encontró un techo oscuro y de piedra, con un candelabro sin encender y que parecía estar un poco ladeado. El piso estaba frío y era de piedra maciza que hacía al cuerpo resentir la incomodidad; a la derecha había una ventana que dejaba ver la luz de la luna, misma que alumbraba un poco el resto de la habitación desconocida. En la esquina izquierda, cerca de la puerta había un escritorio de madera antiguo, un librero viejo, y al centro había una cama empolvada cubierta con un edredón rojo.

El niño se puso de pie y se acercó hacia la ventana. No tenía recolección del sitio, y de acuerdo a su última memoria, había estado en otro lugar; había permanecido en la posada de la Villa Remire por órdenes de su padre. La última misión había sido catalogada como rutinaria; aunque su papá solía ser muy protector así que había optado por dejarlo fuera del enfrentamiento. Además, Byleth estaba por cumplir años en unas semanas, y todavía estaba bajo el entrenamiento estricto de su padre antes de poder participar en una misión de combate directo.

El exterior de la habitación mostraba una zona boscosa que era bañada por la luz de la luna en tonos plateados y verdes oscuros; del mismo modo, Byleth había descubierto que se encontraba en un segundo o tercer piso en alguna especie de edificio de piedra. El niño se acercó más hacia el marco ancho y profundo de la ventana y subió para tener una mejor perspectiva de la vista; en su mente sólo estaba la idea de regresar a la Villa Remire, ya que no deseaba hacer enojar a su papá.

Por desgracia, la ventana estaba sellada por fuera y no podía ser abierta sin ser destruida, del mismo modo parecía que el edificio no tenía alguna forma de contención extra para escalar sin peligro hacia el techo o la zona inferior.

Byleth no intentó más, por lo que regresó hasta el centro de la habitación. Se cuestionaba cómo había llegado a ese lugar, pues se reprochaba el descuido por las enseñanzas de su padre: "debes estar atento a los detalles siempre". Siempre, Byleth repitió en su mente como un mantra para calmar el pánico que se acrecentaba a cada segundo. Dio unos pasos hacia la puerta e intentó girar la perilla, pero descubrió que estaba sellada por fuera. Definitivamente la suerte no estaba de su lado y sus pensamientos tampoco ayudaban en ese instante.

Sin embargo, de manera repentina, unas voces y pasos se escucharon como ecos que se acercaban poco a poco hacia la puerta. Byleth colocó la cabeza cerca de la madera y escuchó con atención. Las voces parecían de dos hombres que discutían casi como si no quisieran ser escuchados.

—Con el último son quince niños y niñas en total, milord —dijo la primera voz con un tono rasposo y asustadizo—, todos dieron positivo con la compatibilidad de las Cimeras.

—¿Todos? —cuestionó la segunda voz, ésta era más prominente, fuerte y profunda—, no seas ridículo Markovig, si todos los mocosos dieran positivo con la compatibilidad de las Cimeras, entonces tendríamos a todos los hijos de los Lores del Imperio.

—Bien, no todos —repuso la primera voz—, en realidad sólo fueron dos los que son compatible con la Cimera básica. El resto servirán como experimentos para las bestias demoniacas. Según los últimos descubrimientos, los niños probarían ser los mejores candidatos para las bestias demoniacas de altísimo poder. Aunque todavía no sabemos por qué, milord.

—Lo descubrirás una vez hagas el primer experimento con estas nuevas piezas.

—¿Milord? —se atrevió a preguntar la voz rasposa y tímida.

—¿Qué quieres? —pronunció la segunda voz una vez sus pasos desaparecieron del eco que acompañaba al sonido frente a la puerta de la habitación—, ¿ahora qué quieres, Markovig?

—Uno de los niños, el último… —Markovig también detuvo su andar y parecía haber puesto la mano sobre la puerta.

Byleth caminó hacia atrás de manera silenciosa, pero no abandonó la posición cercana a la entrada.

—¿Qué tiene? —insistió el segundo.

—Por la reacción de la Cimera, creo que posé una de las Crestas Mayores.

El silencio se hizo presente. Byleth no comprendía de lo que los hombres hablaban, pues no tenía idea de qué era una Cimera o qué tenían que ver esas representaciones de escudo con los niños o las bestias demoniacas. Además, nunca había escuchado sobre experimentaciones con personas para crear bestias demoniacas. Por supuesto que tenía información sobre esas creaturas ya que su padre había hablado de bestias que existían por motivos extraños en todo Fódlan, y que no tenían otra opción más que ser enfrentadas o huir de ellas; sin embargo, jamás había leído o aprendido con su papá sobre experimentos con esas creaturas.

—Si es así, es muy probable que Lord Arundel querrá saber de esto cuanto antes. Escribe un reporte y envíalo de inmediato, Markovig. No uses a ese niño para los experimentos sin antes recibir el permiso de nuestros superiores, ¿entendido? ��expresó el segundo hombre.

—Sí, milord, entendido —aseguró Markovig casi con un tono nocivo.

—Tienes una hora antes de comenzar con los experimentos, así que inicia los preparativos. Nos vemos en el patio principal.

—Sí, milord.

Las pisadas regresaron como ecos externos a la habitación, pero esta vez comenzaron a alejarse. Empero, no habían sonado desigual como al comienzo, ahora parecía que sólo una persona se había retirado de la escena. Byleth agachó la mirada y pensó en alguna forma de escapar. No traía nada más que una daga básica de auxilio, así que debía actuar con rapidez.

Unos segundos después, Byleth regresó hacia la ventana y sacó la daga, luego presionó el filo contra el vidrio e hizo un movimiento con su mano como si fuera un cincel para romper de manera silenciosa el vidrio; tenía la necesidad de salir de ese lugar cuanto antes, en especial porque había un miedo que recorría su cuerpo al haber escuchado aquella extraña conversación. El vidrio no cedía, pero Byleth no perdía la esperanza; sabía que no podía romperlo con fuerza, ya que había una posibilidad alta de que el sitio estuviera patrullado por guardias.

Antes de que el pequeño pudiera continuar con la actividad, el seguro de la puerta fue retirado y después se abrió con rapidez. Byleth miró hacia la entrada y encontró a un hombre vestido con una túnica negra y con una máscara metálica con dos agujeros en los ojos y una especie de pico que abarcaba la nariz y la boca.

—¡Mocoso! ¿Qué mierda estás haciendo —Markovig pronunció con rapidez; acto seguido, cerró la puerta detrás de él con llave y se acercó a toda prisa hacia Byleth—. ¿Estás pensando en escapar?

Byleth intentó romper el vidrio con un puñetazo, pero el hombre sujetó sus hombros y lo jaló hacia el centro de la habitación. El sujeto bizarro intentó doblegar al pequeño, pero Byleth conocía las técnicas básicas de defensa personal que su padre le había enseñado en los entrenamientos, así que dio una media vuelta y consiguió liberarse.

—Maldito mocoso, no te dejaré escapar. Pagarás por tu insolencia —dijo Markovig con un tono nocivo y lleno de repudio.

A toda prisa, Byleth corrió hacia la ventana, pero algo empujó su cuerpo y lo hizo caer con fuerza. Había una sensación de dolor ardiente en su espalda, casi como si una flama hubiera sido puesta sobre su piel. Byleth suspiró, pero no mostró dolor en su rostro, aunque, en realidad, era incapaz de darse cuenta de que no mostraba mucho en las muecas de su cara o con su propia voz.

El hombre Markovig encontró extraño el suceso, pues la mayoría de los niños gemían de dolor o lloraban al ser embestidos por una bola de magia de fuego; empero, ese pequeño no había emitido sonido alguno. Markovig caminó con gracia hacia Byleth y lo sujetó del brazo para ponerlo de pie. Los ojos de Byleth, de un tono azulado oscuro, mismos que compaginaban con sus cabellos azulados y cortos, contemplaban a Markovig casi como carentes de vida.

—Interesante —Markovig dijo con incredulidad—, ¿a caso no sientes el dolor, pequeño?

Byleth no replicó ni siquiera con algún movimiento de su cabeza. Visualizó la guardia baja del hombre y actuó con prontitud. Arrojó una patada hacia las espinillas de Markovig y logró zafarse del agarre del hombre. Sujetaba la daga de defensa y pensaba en la mejor estrategia para derrocar al hombre, además debía encontrar las llaves que Markovig poseía.

—¡Niñato estúpido! ¡Ya es suficiente!

Markovig conjuró un círculo púrpura frente a él y creó una cadena oscura de magia que encerró al niño. Byleth no logró reaccionar y fue sujetado por la magia. La cadena se apretaba sobre el pecho, brazos, piernas y espalda del pequeño; había sido suficiente para que Byleth perdiera el equilibrio, así que había caído al piso. Markovig aprovechó el momento y agarró a Byleth de los cabellos para así conducirlo hasta la cama llena de polvo. El cuerpo de Byleth chocó contra el colchón rústico; había dolor por la presión que ejercían las cadenas, pero también una especie de irritación que causaba la magia al contacto con su cuerpo. Byleth hizo un último esfuerzo por liberarse, pero lo único que consiguió fue mover su cuerpo de un lado a otro.

Markovig rió con fuerza, luego se colocó frente a Byleth para someterlo. Markovig tocó con desprecio el pecho del niño y levantó la playera café que portaba; estaba interesado en saber si el fuego de su magia había afectado físicamente su cuerpo. Si ese niño había sido compatible con la Cimera de prueba, entonces había una posibilidad alta de que fuera alguien importante para ellos y sus próximos experimentos. Markovig volteó a Byleth y rompió la playera por detrás, a continuación descubrió que había una quemadura causada por la irritación de la magia.

Markovig chistó con la boca como en desaprobación.

—Pero sí te hizo daño, y tú… Ni siquiera lloras, o muestras dolor en tu rostro. Más que interesante. Dime, jovencito, ¿cuál es tu nombre?

Byleth no respondió. Ya había perdido las fuerzas para seguir resistiendo; del mismo modo, su mente se llenaba de pensamientos deprimentes y de plegarias hacia su padre. Repetía una y otra vez su deseo por ver a su papá, por ser rescatado por el mejor Capitán de mercenarios que conocía, por la única familia que tenía.

—No quieres hablar, ¿eh? —Markovig prosiguió con severidad pero también morbosidad. Ya había retirado el interés de la espalda de Byleth y ahora bajaba el pantalón del niño. Además de que deseaba hacer una examinación completa, tenía deseos por divertirse unos minutos antes de iniciar con su trabajo—. Veamos qué tenemos aquí.

Byleth sintió la mano del hombre sobre sus muslos traseros; el roce con el guante frío daba una sensación todavía mayor, aunado a esto, Markovig movía los dedos en círculos y cubría áreas amplias que a veces pasaban por la entrepierna del menor. Byleth suprimió un gemido de miedo y cerró los ojos; no comprendía que ocurría, ni tampoco sabía por qué el hombre tocaba su cuerpo de esa manera.

—Debes tener entre once u trece años, ¿verdad? Supongo que todavía no has descubierto mucho sobre tu propio cuerpo, jovencito —Markovig dijo con una voz pesada—, así que será más divertido jugar contigo con calma.

—N-No… —Byleth logró decir con una voz ahogada y débil, incluso para él era un poco inusual escuchar su propia voz cuando no hablaba con su padre.

—¡Ah! ¡Encantador! —Markovig agregó con triunfo.

A continuación, Markovig detuvo el movimiento de sus manos, desabrochó la parte baja de su túnica, movió el cuerpo de Byleth hacia la orilla de la cama y bajó su ropa interior; ya había detectado su propia erección y frotaba su miembro con los glúteos del niño. Byleth respiraba con fuerza y sentía pánico, miedo y deseos de gritar. ¿Por qué ocurría eso? ¿Cómo había sido capturado por esas personas? ¿Qué harían con él? ¿Por qué decían que había mostrado compatibilidad con escudos o piedras de escudos? ¿Qué estaba por pasar en estos instantes?

—¿Qué pasa, mocoso, tienes miedo? —Markovig dudó con burla.

Empero, un sonido estrepitoso se hizo presente; había sido como una puerta metálica al caer. Markovig suspiró con enojo y maldijo entre dientes. Se había retirado del niño y caminaba hacia la ventana. No era posible que a esas horas de la noche los guardias fueran tan idiotas y dejaran que un accidente pasara, mucho menos antes de que los experimentos estuvieran a punto de comenzar. Pero, para sorpresa de Markovig, había sonidos de gritos, armas chocar entre ellas y algunos caballos galopando. ¿Había una riña entre los guardias? No era posible, Markovig había asegurado esa fortaleza abandonada para él y sus mejores magos, puesto que estaba decidido a iniciar nuevos experimentos con las piedras que habían desarrollado en secreto.

Byleth, por su cuenta, rodó hacia fuera de la cama; aunque estaba atado fue capaz de ponerse de pie y saltar hacia Markovig. Usó su cuerpo entero para embestir al hombre y hacerlo caer. Byleth había regresado al suelo, pero esta vez hacía un esfuerzo para rodar con rapidez hacia la puerta y alejarse de Markovig.

—¡Mocoso de mierda! —Markovig gritó con enojo.

Sin previo aviso, Byleth sintió una rodilla sobre su costado derecho y el peso del hombre sobre él. Markovig sujetaba con fuerza el cuello del niño y creaba presión para demostrar que él era el jefe y que habrían consecuencias por sus actos rebeldes. Byleth cerró los ojos y sintió que el aire se agotaba; no podía darse por vencido.

Con brutalidad, la puerta fue tumbada y tres personas ingresaron a la habitación.

—¡Quita tus sucias manos de mi hijo, maldito! —gritó una voz conocida.

El cuerpo de Byleth quedó libre de la presión y al abrir los ojos encontró a su padre acompañado por Louis y Vivianne. La magia despareció, puesto que Markovig había creado una circunferencia debajo de él y había conseguido escapar en un pilar morado de magia. Byleth se sentó y acomodó sus prendas interiores y pantalón.

—¡Byleth! —Jeralt gritó con angustia al ponerse de rodillas junto a su hijo—, ¿estás bien? ¿No te hizo nada?, ¿no te lastimó?

Antes de que Byleth pudiera mover la cabeza de manera negativa, sintió su cuerpo ser rodeado por una abrazo cálido de su padre. Byleth aceptó el mimo y reciprocó el abrazo; había decido esconder su rostro en el pecho de su papá ya que sentía vergüenza y desilusión, pues creía que lo había decepcionado.


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