Me demostré a mí mismo que duplicar los ingresos es posible en un año utilizando técnicas de coaching financiero. Muchas personas (la mayoría) simplemente no pueden comprender que los ingresos se pueden duplicar; es algo que está más allá de su entendimiento. Están atrapadas en sus paradigmas de limitación que actúan como grilletes mentales. Para ellas, más ingresos significa más horas de trabajo. Y como no es posible una jornada con horas ilimitadas, no pueden imaginar ingresos ilimitados.
Hace años llegaron a mí las lecturas del extraordinario autor Robert 1 Kiyosaki, que cerraron el círculo. Aprecio su genial trabajo, aunque cuestiono su exclusivo enfoque en el mercado inmobiliario. He escrito este libro para proporcionarte pautas que te ayuden a conseguir el éxito en cualquier actividad económica. Lo que sigue en este capítulo es una síntesis de algunas de sus enseñanzas bajo mi punto de vista y según mi experiencia particular como emprendedor.
En esencia, «los tres roles» son tres tipos de mentalidades, valores y actitudes respecto al modo de generar ingresos. Vamos a verlos, uno por uno, para que identifiques cuál es tu rol económico y decidas cuál desearías, Partiendo de la base de que no son excluyentes sino que Pueden compaginarse.
«Los tres roles»
1.-Empleado o asalariado
2.-Autoempleado o autónomo
3.-Emprendedor o empresario
Cada uno, como verás, se corresponde con una mentalidad, valores, comportamientos y talentos diferentes. Ingresar en cada uno de los tres roles supone realizar un cambio profundo y ésa es la razón por la que una vez elegido un rol, cambiarlo no es sencillo.
Veámoslos uno por uno:
1. Empleado o asalariado: Tener un empleo es un buen punto de partida profesional pero a largo plazo es más seguro ser propietario de tu fuente de ingresos. Por varias razones, un empleo no proporciona ni libertad ni independencia financiera. Aun así, la mayoría de las personas se emplean en una empresa que compra su tiempo a cambio de una nómina.
Hubo un tiempo en el que existían empleos seguros y de por vida, cosa que no sucede hoy. Obviamente, hay empleos bien pagados aunque no por eso dejan de ser empleos, con las limitaciones que supone. Lo cierto es que ningún empleo puede hacerte ni rico ni libre. No digo que no ames tu trabajo, sólo afirmo que no puede hacerte rico. En todos mis años en la banca, tratando con miles de clientes, no he conocido jamás ni un solo empleado que fuese rico y libre.
Dado que el tiempo del empleado es limitado, la capacidad de aumentar los ingresos es igualmente limitada. A pesar de que muchas personas quieren un empleo para independizarse de su familia, no se dan cuenta de que se hacen dependientes de un empleador. De modo que ni consiguen la libertad ni resuelven el juego del dinero a largo plazo.
Es duro para una persona apegada a su empleo comprender que hay otros roles con más posibilidades que el suyo para ser libre y rica. A pesar de que un empleo es una buena escuela para desfogarse cuando se terminan los estudios, creo que un empleo debería ser una solución provisional para pasar después de unos pocos años a otro rol. En pocas palabras, tener un empleo es bueno para ganar experiencia, hacer contactos y empezar. Pero no hay que olvidar que hay roles mucho mejores.
2. Autoempleado o autónomo. Cuando una persona ya tiene bastante de trabajar para otros, decide ser autoempleada o autónoma. Es el caso típico del técnico que crea su pequeño negocio. Este rol es más prometedor que el de empleado, aunque, no nos engañemos, tiene también sus limitaciones. Es mejor que ser empleado, sin duda, pero es peor que ser emprendedor. De entrada es obvio que satisface su ansia de libertad: ahora el autónomo no depende de nadie más que de sí mismo, pero ese afán de independencia puede convertirle en esclavo de su propio negocio. Siendo realista, muchos autoempleados no poseen un negocio sino «un trabajo con apariencia de negocio». ¿Cuál es la diferencia?: si el autoempleado deja de trabajar, deja de ingresar. Si tuviera un negocio de verdad, eso no ocurriría. Los autoempleados deberían tener claro que ser autónomo es un paso intermedio, provisional, hacia el tercer rol: emprendedor.
Una persona que se hace autónoma debería trabajar desde el primer día para dejar de serlo, es decir para crear un sistema que le libere de trabajar en su propio negocio. Por experiencia, sé que muchos autónomos no dan el paso de crear un sistema eficiente y son víctimas de un exceso de trabajo que les agota. El mayor riesgo del rol de autónomo es seguir pensando como un empleado (ejecutar tareas anodinas) y no pasar a pensar como un emprendedor (crear proyectos asombrosos).
El autoempleado cree que todo lo debe hacer por sí mismo porque, ¿quien mejor que él? Lo malo de pensar así es que le exige ser un experto en demasiadas cosas y ¡mucho tiempo! Si trata de ocuparse de todo, los resultados serán desastrosos. El autónomo debería aprender a delegar en un equipo o subcontratar a profesionales externos para así poder acceder a su siguiente nivel. Lo que pueda subcontratarse (y no sea un elemento diferencial) debe subcontratarse. Los mejores negocios subcontratan casi todo: la producción, la logística, el papeleo… en realidad hacen poco, pero es lo que marca la diferencia. No te engañes pensado que al subcontratar persiguen ahorrar dinero nada más, lo que buscan es ganar tiempo y calidad.
3. Emprendedor o empresario. Éste es el rol que conduce a la verdadera libertad financiera. A pesar de que puede parecer muy inseguro, es el que mayor seguridad ofrece si se hacen las cosas bien. Ahora el profesional ya no depende de otros (como empleado), ni de si mismo (como autoempleado), sino de un sistema que le proporciona libertad e ingresos variables sin límites.
Antes de seguir, quiero señalar que no estoy aconsejando tener un negocio sólo para ganar dinero. Lo aconsejo, sí, para: disfrutar, ser independiente, creativo y servir a los demás. Si todo esto no ocurre no veo ningún interés en tener un negocio. El ser humano necesita comprender que su principal deber es ser feliz, no ganar dinero.
He descubierto que cuando disfrutas, ganas más que cuando no. Se ha comprobado que entre los que dicen: «Trabajaré duro en cualquier cosa; y cuando tenga dinero haré lo que me gusta», apenas hay ricos. En cambio, la riqueza es el denominador común entre los que dicen: «Haré lo que me gusta desde el principio y el dinero ya llegará después». Por eso no recomiendo perseguir el dinero, sino buscar satisfacción propia y ajena; y entonces el dinero llega como un río caudaloso.
Se trata de algo más grande que un negocio. ¿Puedes imaginarte...?: (lee y entorna tus ojos hacia arriba y a la derecha)
…Un gran espectáculo, el tuyo.
…Un estilo asombroso, tu marca profesional.
…Un circo de tres pistas, donde ilusionas a tu audiencia.
…Sacudir un mercado, el tuyo, y cambiarlo para siempre.
…Un proyecto memorable que te haga sonreír.
Ahora que conoces «los tres roles» es hora de preguntarse:
¿En qué rol están tus familiares y amistades?
¿Y tú, en cuál estás?
¿Y en cuál quisieras estar?
Cuando respondas a estas tres preguntas podrás ver el poder de la influencia de tu entorno. Quiero que comprendas que vivimos rodeados de atmósféras mentales que nos influyen. 'lodo afecta a todo.
Pero:
¿Estás jugando el juego económico que quieres jugar? Lo seguro es que tu entorno influyó en tu modo de ganarte la vida actual, pero: ¿te has preguntado si eso es lo que tú quieres? Piensa en ello. Teodore Roosevelt lo pilló hace mucho: «Es mucho mejor atreverse a cosas muy difíciles, conquistar triunfos grandiosos, incluso amenazado por el fracaso, que alienarse con los espíritus mediocres, que no disfrutan mucho ni sufren mucho, pues viven en una penumbra donde no conocen ni victorias ni derrotas». Esto vale para ti, para mí, para todos...
Los dos primeros roles son una escuela para acceder al tercero, que en realidad es el único que proporciona libertad financiera. Como ya dije antes, es imposible ser libre y rico con un empleo y difícilmente siendo autoempleado. Para conseguirlo, es necesario crear un sistema de ingresos variables múltiples: activos y pasivos (deja de repetirte que no puedes). Date cuenta de que el éxito en los dos primeros roles puede incluso ser contraproducente, pues cuanto mas éxito tiene un empleado o un autoempleado, más trabaja y menos tiempo libre tiene; todo lo contrario de lo que ocurre en el tercer rol, emprendedor, en el que cuanto más éxito tiene, de más tiempo libre dispone.
Lo que estás descubriendo es que cambiar de trabajo no cambia tu economía; pero cambiar de rol no sólo lo hará, sino que además ¡cambiará tu vida!
A las personas que desean cambiar de rol económico siempre les recomiendo que mantengan su empleo actual y empiecen su negocio personal a tiempo parcial, en horas libres y desde su casa, porque sé que toma tiempo crear una nueva fuente de ingresos.
¿No tienes tiempo? Te aseguro que si exprimes tu agenda hasta que te suplique piedad, sacarás alguna hora extra al día. Yo mismo saqué tiempo para escribir cuatro libros en un empleo con jornadas maratonianas de 12 horas diarias.
Cada rol tiene unos valores distintos, y por ello, mentalidades distintas. Por ejemplo, el empleado busca seguridad, el autoempleado busca autonomía, y el emprendedor busca libertad financiera. Y cada rol busca conseguir diferentes objetivos. El empleado busca mejores empleos, el autónomo busca hacerlo todo él, y el emprendedor busca oportunidades.
Como distintos son sus valores, sus objetivos y sus mentalidades, distintas son también las habilidades que deberán desarrollar en cada uno de los roles. Son tres estilos de vida diferentes; por ello cambiar de rol no es un cambio de trabajo, es un cambio de vida.
Quiero que sepas que el éxito no está garantizado en ninguno de los tres roles, y que es posible triunfar o fracasar en cualquiera de ellos. Todo depende de cómo juegues el juego del dinero.