—Quisiera ayudarte de alguna forma, creo que tengo una solución para tu problema.
—¿Vas a darme una ayudita, lisa? — burló.
—Las ganas tuyas, imbécil.
—Sí, no sabes cómo me estoy conteniendo ahora. No creas que es fácil, y es peor si sigues en ropa interior. Tienes que cubrirte. Podemos desnudar a esos dos y usamos su ropa.
—Kanji, quiero pedirte algo.
—¿Qué?
—Tengo la mejor forma de que puedas descargar todo lo que tienes por dentro, y matamos dos pájaros de un tiro.
—¿Qué propones?
—Te acostarte con ella, Kanji. Puedes hacer lo que quieras con ella, mientras que así, podrás sentirte aliviado de esos síntomas.
—¿Me estás pidiendo que la viole?
—Sí, eso estoy pidiendo.
—Yo no soy un violador, además esa mujer no me excita para nada.
—¿Excitarte? ¿Has visto tu ropa interior? Creo que de eso estás demás.
—Si me das una ayudita puede ser.
—¿Qué mierdas dices?
—¿Crees que es solo cogérmela y ya? Si alguien no me motiva, ¿De qué vale que me la coja?
—Este tema es muy incómodo, Kanji. Vete a otro cuarto y descarga solo todo lo que estás reteniendo entonces.
—Te voy ayudar, pero tú también tienes que ayudarme.
—¿No es suficiente con lo que te pedí?
—No, quédate así en ropa interior, es lo único que te voy a pedir.
—¿Para qué quieres ver este cuerpo, Kanji? ¿Has visto esto? Doy asco— desvié la mirada avergonzada.
—Eres muy estúpida para pensar algo como eso. No siento asco en lo absoluto. Tu no tienes la culpa de lo que te hicieron, para mí ojos sigues siendo hermosa.
—¡Cállate, Kanji!
—Vamos a encargarnos de hacerles probar el infierno en la tierra. Esto que te hicieron, lo van a experimentar también; en especial ella. Podrás tener tu venganza, bonita. ¿Y sabes qué es lo mejor? Nadie los va a extrañar— sonrió con malicia.
—Tienes tanta razón, compañero — ambos reímos.
Buscamos en su ropa y encontramos una pequeña cuchilla y un celular.
—Con esto podemos llamar a Akira.
—Sí, él se puede encargar de las personas que están afuera, así podemos salir.
—Ya imagino el infierno que les hará vivir Akira cuando sepa que son sus queridos hermanos — comenté.
—Dos por el precio de uno.
Kanji llamó a Akira, y parece que logró contactarlo. No lo hice yo, porque quería estar pendiente de los dos, alguien tenía que quedarse vigilándolos. Al terminar, Kanji llevó a la hermana de Akira y la recostó sobre la mesa boca abajo. La desvistió completamente y me dio su ropa, pero no podía ponérmela. Necesito ayudarlo de alguna manera, pero esto era realmente vergonzoso, el tener que dejarme ver de él. Cerré la puerta, cuestión de que si alguno de los hombres de ellos vienen, tengan que tocar para entrar. Le puse una mordaza a Takeshi, y lo dejamos en un esquina sentado y atado. Kanji volvió amarrar a la hermana de Akira, luego de que la hubiera soltado para quitarle la ropa. Trató de despertarle dándole bofetadas en la cara, pero no despertaba. Kanji bajó su ropa interior y sentí vergüenza al verlo desnudo. Esto era demasiado incómodo y raro. Me acerqué a ella, y a Kanji para tratar de taparle la nariz a ver si despertaba. Kanji le abrió la boca y ya sabía lo que iba a pasar. Era como verme a mí misma pasando por esta situación; a diferencia que esta vez soy yo una de las espectadoras. No tengo que sentir lástima por ella, nadie sintió lástima de mí; se merece esto y mucho más. Kanji metió su miembro casi completo en la boca de ella de golpe y ella hizo un gesto de sorpresa. Hizo el gesto como de despertar, pero al parecer no fue suficiente. Apreté su nariz más fuerte y Kanji volvió hacerlo, ahí fue cuando comenzó a toser, aún con los ojos cerrados. Kanji se movió a su gusto, forzándola a chuparlo. Abrió los ojos y dejé de presionar su nariz, mientras que Kanji sacó el miembro de su boca.
—Ya era hora que despertaras, querida cuñada— ella abrió sus ojos de par en par al vernos en frente de ella. Se veía asustada al ver a Kanji desnudo frente a ella.
—¿Te gusto el sabor, perrita?— le preguntó Kanji.
—Quiero responder tu duda. Me habías preguntado sobre las cosas que me hicieron cuando estuve aquí. Tengo tu respuesta, pero no es nada favorable para ti. ¿Qué tal si lo experimentas por tu cuenta? Eso sería muy divertido de ver, ¿No crees?— reí.
—También habías preguntado, ¿Qué pasaría si sueltan a esta bestia? Tú misma vas a experimentarlo también, perrita— comentó Kanji.
—¡Takeshi!— gritó, tratando de levantar al hermano y le di una bofetada.
—¿Tienes muchas ganas de gritar, estúpida?— le pregunté, y Kanji la agarró por el pelo.
Cogí el bate y la parte del agarré lo acerqué a su boca con la intención de meterlo, pero ella se resistía apretando fuertemente sus dientes.
—¿No vas a abrir la boca? Te va a tocar hacerlo tarde o temprano — apreté su nariz, mientras Kanji seguía agarrándola por el pelo. Estuvo y estuvo, hasta que tuvo que coger algo de aire, ahí fue cuando aproveché ese momento para insertar en su boca el bate. Traté de mantenerlo firme, hacía ruido y trataba de moverse de lado a lado—. Si sigues moviéndote te quedarás sin dientes, ¿Eso quieres? — se vio una lágrima bajando por su mejilla y no se porque sentía las ganas de ver más—. Kanji, necesitas descargar todo de ti en ella, estoy segura que le gustará. Ella quería grabarte cogiéndome, supongo que está era su fantasía.
—Te daré para que pruebes y para llevar, no puedes quejarte — Kanji caminó al otro lado de la mesa y se paró detrás de ella, bajó la ropa interior que ella tenía, y la forzó para abrir las piernas, ya que ella trataba de mantenerlas cerradas.
—Que sea por el otro lado primero, Kanji— la mirada de ella cambió al escucharme decir eso.
—Eres una sádica, me gusta— sonrió malicioso—. Tus deseos siempre serán órdenes, bonita— Kanji la penetró sin lástima alguna, haciendo que ella gritara; aún con el bate en la boca se podían escuchar sus quejidos. Su rostro se llenó en segundos de lágrimas, y eso me estaba haciendo sentir satisfacción. En otra posición no hubiera querido estar presente en un momento como este, pero ahora siento satisfacción al verla llorar, y pasar por la misma desesperación que pasé.
—Parece que nadie ha entrado aquí antes — dijo Kanji, dejando escapar un quejido. Continuaba penetrándola fuerte y profundamente. Su cuerpo estaba temblando, al igual que el de Kanji. Se veía que lo estaba disfrutando, imagino cuántas ganas tenía que estar sintiendo por dentro. No quiero imaginar el desespero que debía tener al estar drogado, y no poder descargar eso; aún así se controló y no me hizo nada.
Ella comenzó a morder fuertemente el bate. Yo misma experimenté el dolor que ella está sintiendo, es totalmente desagradable.
—Sí, muerde más fuerte. Te quedarás sin dientes en cualquier momento. ¿Cómo se siente tenerlo dentro de ti a la fuerza? —reí—. Oh, claro, no puedes hablar, ¿cierto?— Kanji me dedicó una mirada, que se notaba que me quería devorar con ella. Me sentía algo incómoda, pero no podía decirle que no lo hiciera, él me está ayudando con esto.
Kanji se corrió en el ano de ella, y escuché cuando se quejó por el placer que debía estar sintiendo. En vez de mirarla a ella mientras lo hacía, me miró a mi. Saqué el bate de un jalón de su boca y escuché su gritó de dolor, vi sangre bajando por sus labios.
—¿Te lastimé? Me alegro— busqué en la habitación la caja de fósforos que había visto y que ellos utilizaron, por suerte la encontré, solo quedaban dos fósforos; tengo que rendirlos.
Miré alrededor, buscando algo que pudiera encender y usarlo en ella. Pensé en la ropa interior y eso pienso usar. Me acerqué a ella y puse todo encima de la mesa, les su cabeza y la dejé caer de golpe, para que experimentara lo que me hizo a mi. Agarré la cuchilla en mis manos y la pasé por su espalda, Kanji no dejó mirarme fijamente mientras lo hacía. Ella no dejaba de gritar.
—Si sigues gritando, te cortaré la lengua— le dije acercando el cuchillo a su boca.
—¡Ya no más, por favor! — me rogó
—A penas estamos comenzando, ¿Y ya estás rogando?— comencé a reír por tener el placer de responder con lo mismo que me respondió ella. Seguí cortando parte de su espalda y hombros, sus gritos cada vez eran más—. ¿Ahora sientes lo que estaba sintiendo, perra sucia? — entre más gritaba, más ganas sentía de seguirlo haciendo, pero no podía hacerlo o va a morir desangrada. Su espalda estaba llena de sangre, y las gotas bajaban por su cuerpo. La mesa era un mar de sangre.
Los hombres de ella deben pensar que esos gritos son los míos, es por eso que no le he tapado más la boca.
—Ya es el momento de comenzar la diversión. Un pajarito me dijo que no te gusta el fuego, me preguntó si es eso cierto — cogí la ropa interior por una esquina, y Kanji encendió el fósforo al lado de sus ojos. Ella estaba rogando para que no lo hiciera; estaba en lágrimas, así cómo moría por verla—. Es tan divertido y entretenido verte así, ahora entiendo lo que siente mi marido al acabar con sus enemigos. Es demasiado el placer al verlos llorando y suplicando, no sé cómo explicarlo— encendió en fuego la ropa interior y la pegué a su espalda, sus gritos de dolor y desesperación se escuchaban lejos. El olor a su piel quemada, era desagradable. No hubo lugar en su espalda y hombro, que no fuera pasando la ropa interior en fuego. Quemé cada parte de su espalda y reía al hacerlo. Sentía tanta, pero tanta satisfacción al verla sufrir; así como se burló de mí cuando lo hacía. Su espalda estaba negra, al igual que la mía. Si yo doy asco, ella también debe darlo—. Ahora sientes lo que yo sentí, ¿Te gusta? — dejó caer su cabeza sobre la mesa, sus gritos ya no salían de todo lo que gritó mientras lo hacía.
La agarré del pelo y la tiré al piso con todas mis fuerzas, procuré que cayera de espalda para que sintiera más dolor. Se quejó y se retorció en el suelo, su voz se escuchaba entrecortada y débil.
—¿Dónde está esa risa que tenías de burla mientras hacías de las tuyas? Deberías ver lo horrible que se ve tu cara, pero en especial tu asqueroso cuerpo— puse mi pierna en su cuello y ejercí presión; aunque no lo suficiente como para matarla. Luego puse mis piernas alrededor de ella y me senté, escuché su grito al sentir mi peso. Comencé a golpearla con todas mis fuerzas. Descargué toda mi ira y frustración en ella. Cada golpe que le daba, era como dármelo a mí misma, era como si me viera en esa situación, era como si pudiera ver mi rostro de estúpida e inocente mujer que he sido. Sentía frustración, sentía odio de mi misma por confiar siempre en todos. Cada golpe era como si quisiera matarme, como si quisiera acabar con esa mujer que mis ojos estában viendo.
—Lisa, la vas a matar, tienes que detenerte— sentí la mano cálida de Kanji tapando mis ojos—. No eres tú quien está en esta posición ahora, tienes que superarlo de una vez y por todas—es como si supiera lo que por mi mente pasaba en ese momento.
—Tienes razón, tienes toda la maldita razón— me levanté de encima de ella y me senté en el suelo, para que tanto ella, como Kanji pudieran verme. Abrí mis piernas y fijé mi mirada en él—. ¿Te gusta, Kanji? Hazle lo que te gustaría hacerme a mí— sonreí con malicia, no podía sentir vergüenza ahora, en realidad no me importaba nada.
—Eres demasiado cruel, lisa— tragó saliva y fijó la mirada en ella, se sentó en el suelo y continuó cogiéndosela, de la misma forma que lo hizo su sobrino conmigo.
Quiero que la destruya por completo, así como todos me han destruído a mí.
Sí… eso quiero… quizás eso me haga sentir satisfecha…
Kanji continuó cogiéndosela por largo tiempo, y eyaculó dentro de ella muchas veces; había dejado de gritar tanto por todo lo que había gritado antes. Sus lágrimas seguían bajando, Kanji la destruyó por todas partes por completo, mientras que miraba cada parte de mi cuerpo.
Sonará algo enfermo, pero aún no estoy satisfecha…
¿Por qué?... ¿Por qué no puedo sentirme satisfecha ahora?...
Me levanté del suelo luego que Kanji terminara, ella se quedó inmóvil.
—Gracias, Kanji.
—¿Por qué hiciste eso?— me preguntó.
—¿Qué cosa?
—Sabes muy bien a lo que me refiero.
—¿Estás insatisfecho?
—No.
—¿Te sientes mejor?
—Sí, pero responde.
—Eso es lo que debe importar.
Cogí la navaja de encima de la mesa, y me senté encima de ella. Se escuchó una camioneta que frenó de golpe y varios sonidos de disparos.
—Parece que llegó Akira— dijo Kanji, asomándose a la puerta.
No podía concentrarme en lo que estaba diciendo Kanji, no me importaba nada más que a quién estaba viendo en frente de mi.
—Tu me recuerdas mucho a mi y eso me irrita; eres tan estúpida e idiota, es por eso que terminaste así. Ni siquiera puedo sentir lástima por ti— ella me miró fijamente en lágrimas, sin decir una sola palabra —. Pudiste experimentar solo la mitad de lo que experimenté yo; hubiera deseado que pudieras pasar una y cada una de las cosas que me sucedieron para que entiendas, lo que se siente perderlo todo. Tú, junto a esa maldita estúpida y confiada de lisa, van a morir aquí. Toda tu familia tiene la sangre podrida, y es por eso que ayudaré a mi esposo a matarlos a todos. Ya veo que es cierto que no merece vivir ninguno de ustedes. No tendré paz hasta que acabe con todos los de tu clase. Ese día podré ser libre y feliz. Ahora solo muérete — clavé el cuchillo en su pecho, y continúe haciéndolo con tanta rabia y fuerza, como si estuviera acabando conmigo misma. Quería ser libre de ese pasado espantoso que me sigue a todas partes, y para eso tenía que morirme ahí. Seguía clavándole la cuchilla en el pecho sin detenerme, algo no me dejaba detenerme; era como si estuviera poseída por el pasado y por el odio que habitaba dentro de mi.
El sonido de la puerta al abrirse fue lo que me despertó de ese trance en el que estaba, y fijé mi mirada a la puerta; ahí fue cuando vi a Akira.
—Lisa… — su mirada fue extraña, se veía preocupado, pero a la vez sorprendido.
—Ahí tienes a tu hermana, Akira — comencé a reír, pero a la misma vez sentí una profunda tristeza dentro de mí. Mis lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas, fue inevitable.
Miré mis manos y el cuchillo, estaban llenos de sangre, al igual que mi cuerpo. Contemplé el filo del cuchillo que tenía en mano, y era como ver la mano de mi hermana Inka. ¿Esto sintió ella al clavarlo en mi?
¿Por qué me siento insatisfecha?
¿Por qué no estoy feliz?
Maldita sea, ¿Por qué?